Capítulo Ⅳ

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Mounstro

San cerró la puerta tras él lentamente. La casa estaba tan silenciosa que era escalofriante.

A pesar de eso, suspiró aliviado de estar solo y caminó hasta su habitación, cerrando la puerta con seguro y poniendo su mesita de noche frente a ella, luego abrió la ventana para tener la sensación de no estar atrapado.

San no sabía si su padre estaba en casa o trabajando, tampoco quería saberlo. Pero no se iba a arriesgar a estar desprotegido. Normalmente estar rodeado por esas cuatro paredes lo hacía sentir reconfortado, seguro.

Pero ese día sentía temor. Eran como gusanos arrastrándose en su piel y no importaba las veces que se pasará las manos por sus brazos, la sensación no se iba.

Algo iba a pasar.

San mordió su labio con fuerza, pensando en WooYoung, en HongJoong y ahora en SeongHwa.

Prefería ser el mismo quien sufriera para evitar que alguno de ellos, tan puros, tan inocentes, pasará por las frías y crueles manos del mundo. Él en cambio ya las conocía perfectamente, San creía que no podían romperlo más de lo que ya estaba.

Se sentó en el borde de su cama y observó su habitación como si fuera la primera vez que la veía. Las paredes le parecían tan angostas, frías e impersonales. La decoración era tan mediocre que simplemente era como si su cuarto fuera un depósito a la habitación de un adolescente.

Restregó sus manos entre ellas con nerviosismo.

¡Tenía miedo! Y ni siquiera sabía el porqué.

Decidió que era mejor verificar que sus amigos estuvieran bien. Se levantó y salió por la ventana, no iba a arriesgarse a salir por la puerta y descubrir que su padre estaba en la casa. Salió lo más silenciosamente que pudo y una vez que sus pies tocaron el suelo, corrió lo más rápido que podía a la casa de WooYoung.

Las personas lo veían correr con indiferencia, a ellos poco les interesa saber que era lo que hacía que el hijo del Sr.Choi estuviera tan aterrado. San no le importaba que lo hicieran a un lado, pero por él, WooYoung también era ignorado y eso le dolía más que todo. Saberse tan odiado que inmediatamente sus amigos estuvieran manchados por su presencia. 

Sorbió por la nariz aguantandose el llanto, y doblo una esquina, su corazón latiendo rápido al escuchar personas alborotadas, el sonido de los bomberos y un humo oscuro, denso, elevarse por el cielo. Inmediatamente se detuvo a medio camino. Su cuerpo se congeló y se dejó caer de rodillas en el suelo al no tener la fuerza suficiente para estar de pie.

La casa de su mejor amigo, su refugio, estaba envuelta en largas lenguas de fuego que provenían del interior. San abrió la boca y la cerró, sin emitir sonido. Un apretado nudo en su garganta le impedía respirar bien, cerró sus ojos y apretó sus manos en su pecho.

Con esfuerzo se levantó, caminando difícilmente hacía la casa en llamas. Mirada vacía y hombros encorvados. Si WooYoung estaba ahí adentro, San entraría también. Si WooYoung ya había dejado el mundo, San lo seguiría. Nada le importaba más.

A HongJoong se le aliviaría una carga innecesaria. Y SeongHwa regresaría a su vida normal, sin ninguna mirada de desagrado por el simple hecho de estar junto a él.

Escuchó gritos, diciendo que se alejara de la casa. ¿Pero cómo iba a hacerlo? Ese era su hogar. Su verdadero lugar. ¿Porqué ahora importaba lo que él hiciera de todos modos? A nadie nunca le interesó. Ah, pero el ser humano era hipócrita por naturaleza, claramente iba a sentir la necesidad de salvarlo de una muerte lenta y triste, pero estando vivo iban a expulsar tanto veneno como fuera posible en su contra.

—¡San!

El azabache volteó al reconocer la voz. Le sonrió dulcemente a SeongHwa sin entender que era lo que hacía ahí, y divertido por como parecía querer acercarse pero los vecinos le sujetaban la ropa con apuró, para evitar que fuera dónde estaba el niño promiscuo.

— ¡San! ¡¿Qué haces ahí?! ¡Aléjate!

Los colores del atardecer chocaron con la estructura de la casa, el color naranja y rojo resaltaba hipnóticamente. San no respondió a SeongHwa, demasiado ido en sus pensamientos para responderle.

El mayor se desesperó y trató una vez más, pero las manos lo sostenían tan fuerte que no lograba dar siquiera un paso. No iba a permitir que ese chico terminará así con su vida, sin saber que el mundo también tenía buenas personas y momentos maravillosos.

—¡San! — Gritó tan fuerte que sintió que sus cuerdas vocales se desgarraban.

— Cálmate, chico — El hombre que lo sostenía le hablo en un tono bajo, reconciliador. Como si SeongHwa solo estuviera triste por la muerte de su mascota. Hizo que su sangre hirviera, su rostro se sintió caliente por la furia que llenó su cuerpo en ese instante. Volteó bruscamente hacia el dueño de las manos y sostuvo su brazo apenas lo vió, y sin llegar a recapacitar, lo mordió tan ferozmente como pudo. Sintiéndose bien al escucharlo chillar como un cerdo.

Las personas que lo retenían, ahora lo empujaban lejos con miradas de consternación y enojo. A SeongHwa en ese instante no le importó eso, aprovechó el momento de libertad para correr hasta San.

Apenas estuvo cerca del menor, se lanzó a abrazarlo y colocó su cuerpo en medio de la casa y San. Lo apretó contra sí, pero aún teniendo cuidado de no lastimarlo.

— ¿Que pensabas hacer? — Susurró SeongHwa angustiado, su cuerpo temblando como una débil hoja.

San parpadeó y se fijó en los rasgos desesperados y asustados del mayor, incluso tenía una mancha de sangre en su labio inferior, que pertenecía al sujeto que lo estaba reteniendo. Luego rio vagamente. Había olvidado que las mentes inocentes se rompían fácilmente con el estrés y el pánico. San había pensado en proteger a sus amigos, pero fue ingenuo al creer que él mismo no sería quien los dañara.

— Iba a terminar, supongo.

— ¿Terminar qué cosa, tonto? — Gimió el alto, sus manos estrujando la camisa de San. — ¿Cómo pudiste pensar en dejar... A WooYoung? — SeongHwa hizo un esfuerzo para no incluirse en la frase, él se encariñaba rápido, era algo que sus padres siempre se quejaron; pero no podía evitarlo, el quería ayudar a ese par, quería incluirse en su amistad, pero también era consiente que WooYoung era y siempre sería lo primero para San.

Lo confirmo cuando San por fin dejo de ver la casa y se enfocó completamente en él. — ¿WooYoung?

SeongHwa quiso golpearlo.

— Si... ¿Cómo crees que se sentirá si se entera que perdió a su madre y a su mejor amigo el mismo día y en el mismo lugar? — Exclamó agitado, sacudiendo los hombros del azabache.

— ¿Su... Madre? — San boqueó sintiendo un revoltijo de sentimientos, alivio de saber que WooYoung aparentemente si estaba con vida, pero sintiéndose desolado y perdido por la perdida de su mamá. — … ¿Dónde está WooYoung, SeongHwa?

۞

"Llega un momento en el que tus demonios, te piden un infierno más grande".

𝕎𝕊

𝐒𝐀𝐕𝐄 𝐔𝐒 {𝚆𝚘𝚘𝚂𝚊𝚗𝙷𝚠𝚊}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora