XVII

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Me despierto de un sueño,

tengo urgencia de pensar en ti,

de verte,

de imaginarte.

Busco entre mis fotos y te veo,

te veo abrazada a mi brazo,

veo tu altanera sonrisa,

veo mi rostro feliz,

y viajo al momento en que plasmamos nuestros rostros en un dibujo,

en un dibujo eterno,

en un óleo de felicidad,

un óleo impresionista que emana más sentimientos que la noche estrellada,

un dibujo que ni el mejor pintor pudiera recrear,

un dibujo que ha quedado grabado en mi mente como un fuego eterno,

como un tatuaje de pasión,

lo preservo en mi castillo mental,

en la sección de inolvidables,

en la esquina de importantes,

en el pasillo de irremplazables,

todo dentro del castillo que levanté gracias a tu amor.

Oda al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora