Oda al amor

XIX

Llego a mi casa y rápido me acuesto,

centro mi vista al techo y me pongo a pensar,

por mi mente pasa todo momento vivido,

guardo algunos para luego redactar,

otros los guardo en cajas para luego abrazar,

otros,

los revivo sin parar,

esos momentos contigo,

todo aquello en donde estás,

lo guardo en una urna de cristal,

del techo paso al cielo y vuelvo a pensar,

imagino un futuro en que caminemos sin parar,

un futuro en que nuestras manos no se puedan soltar jamás,

un mundo en que nuestras bocas,

encuentren en la otra un lugar para descansar,

un futuro en el que,

sin peligro de nada,

podamos disfrutar.

Pensando todo esto sonrío,

en parte por todas esas bellas cosas,

en otra,

porque me doy cuenta que solo me basta estar allí para ti,

mi amor se ha vuelto un traje que no me puedo quitar,

cada momento es tan especial,

que nada me lo puede arrebatar,

esto ahora,

esto que vivimos,

por muchas dificultades que tengamos que enfrentar,

es hermoso sin dudar,

es cálido y ejemplar,

perfecto sin vacilar,

entonces vuelvo a sonreír,

y esta vez es a tu cara a quien veo al voltear,

la veo reflejada en mí,

y sonrío,

sonrío porque eres esa chica de mis sueños,

esa chica que esperaba y buscaba,

esa chica que,

sobre todas las cosas,

no dejaré ir,

esa chica con la cual solo sentir su tacto,

es suficiente para soñar en el infinito,

esa chica que, de su mera presencia,

me hace creer que existe algo más allá,

esa chica que es tan perfecta como una estrella,

me encanta sin titubear,

esa chica que no me hace dudar,

esa chica que me hace sentir especial,

esa chica que al escribirle a veces me entran ganas de llorar,

llorar de alegría, llorar de bondad,

le regalo mis lágrimas, le regalo mis manos,

le doy mis brazos para que se abrace siempre con ellos,

le entrego mis besos para que los guarde junto a sus pensamientos,

a diario amarla es una dicha,

a diario quererla es una bendición,

escribirle lo que siento es primordial,

las letras,

como gotas de lluvia,

caen al suelo y forman un caudal,

un ente de versos que me transporta a mí en su arsenal,

que desemboca en sus brazos tranquilos,

y río, sonrío, amo,

me levanto de mi lecho y camino,

vago entre pasillos,

me siento y tomo mi pluma,

escribo sin parar,

teniendo en mi mente solo algo en específico,

su mera felicidad,

qué bonito es amar,

que perfecto es en una persona encontrar todo lo esencial,

todo lo ejemplar,

por ti, amor mío,

a la Luna voy,

por ti,

que todo sea por ti,

solo me resta decir,

que no me cansaré de sentir,

que estaré ahí,

tercamente detenido,

gritando a todos los vientos,

que te amo, amor mío.