Snow Storms

1.1K 118 38
                                        

Habían pasado tan sólo tres meses desde que Shinobu lo había dado de alta, cuando escuchó los rumores de un demonio al norte. El invierno había llegado, y estaba siendo bastante crudo, por lo que esos lugares debían de quedar cubiertos por gruesas nubes que no permitían entrar los rayos del sol. El ambiente perfecto para que los demonios caminaran a plena luz del día. 

Nada más oír al respecto le encendió la ira en sus venas y su sentido del deber volvió a él mucho más fuerte que nunca. Así que aún cuando estaba actuando por su cuenta, Rengoku Kyojuro se alistó sin pensar en las consecuencias de sus acciones; pues no había sido requerido ya que aún estaba en duda si su condición volvería a ser la misma para seguir siendo, no sólo un pilar, sino un cazador. 

Se vistió con su uniforme, se colgó su espada al cinto, se puso su capa, y se colocó por primera vez el parche que Senjuro le había dado para cubrir su falta de ojo. Aún no se acostumbraba a su nueva vida, ni a las distancias que debía contemplar ahora por intuición, ni siquiera estaba seguro si sus posturas de la respiración de la llama serían de utilidad debido a que ahora su visión se hallaba partida a la mitad, pero se consoló diciéndose a sí mismo que sólo iría a investigar. Si encontraba algo no lucharía, sólo mandaría a su cuervo para que notificara al patrón sobre a quiénes debía mandar.

Y eso mismo decía la carta que le dejó a Senjuro antes de partir.

Debía admitir que con cada paso que daba, más se sentía ansioso respecto a su condición, pues no recordaba haber experimentado tanto cansancio y malestar durante sus caminatas. Había veces en las que debía forzarse a descansar porque el abdomen le dolía y el aire le faltaba, pero esa era precisamente su mayor motivación: luchar hasta su último aliento para acabar con todos los demonios; haciendo todo lo que estuviera en sus manos para conseguirlo.

Llegó a un pueblo cerca de Sapporo cinco días después de salir de su casa. Estaba rodeado de un profundo bosque y las nubes apenas dejaban ver que era de día. Fue claro que había llegado al lugar indicado cuando las pocas personas que se encontraban fuera, con rostros más que preocupados, lo miraron con desconfianza y molestia. Él ni se inmutó ante las miradas hostiles que le dedicaron, de hecho, con su usual buen humor se acercó a un pequeño puesto de pescado para empezar a investigar.

— ¡Buenas tardes! ¿Sabe de algún lugar dónde me pueda instalar por unos días? — preguntó con su fuerte voz.

Las personas que estaban ahí lo miraron mal.

— Lárgate, ya tenemos suficientes problemas como para lidiar contigo. — gruñó el hombre que atendía, dejando caer el hacha con la que rebanaba pescado sobre la tabla de madera.

— Es lo mejor para usted. — agregó una señora. — Aún es de día y hoy sí se alcanza a ver un poco el sol. Váyase antes del anochecer.

Rengoku frunció un poco el ceño.

— Así que están conscientes de la existencia de un demonio aquí.

Todos los que estaban atentos a la plática soltaron una exclamación de sorpresa, empezando rápidamente a cuchichear por aquel comentario dicho tan casualmente. Pero de nuevo, al rubio no le importaron los comentarios.

— ¿Usted sabe algo al respecto? — le preguntó a la mujer que le había recomendado irse.

— Yo… 

— ¡Deje de insistir! — gruñó el hombre. — Eso no le concierne.

— Soy un cazador de demonios. ¡Puedo ayudar con esto! — respondió firme Rengoku. 

— Sí, eso mismo dijeron todos los mocosos que llegaron y ninguno logró nada. — el rostro del hombre se descompuso de frustración. — Nadie puede ayudarnos, es nuestro karma.

Renkaza Week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora