Se había confiado porque conocía al sujeto con el que su amigo saldría; un compañero suyo con un increíble sentido del humor, aunque bastante reservado en el tema de su posible bisexualidad. Eso, ahora meditaba estúpidamente, debió ser la señal más clara para haberle puesto un alto a la dichosa salida, o por lo menos para estar más alerta. Pero, de nuevo, nunca creyó que el estúpido ese le marcaría a él para cancelar su cita con Rengoku.
Ahora tenía que manejar deprisa hacía la zona norte de la ciudad, la zona más fea de toda ciudad Kimetsu, siguiendo la dirección en tiempo real de su amigo. Porque exigir eso había sido la mejor decisión que había tomado ese día. Una de las peores fue haber ido por sus amigos esperando que fueran de ayuda.
— No contesta.
— Los mensajes no le llegan.
— Su ubicación sigue siendo la misma pero es muy probable que no haya sido actualizada. Aquí hay muy mala señal.
El peliblanco miró por el retrovisor a la pareja de atrás antes de mirar al pelinegro que tenía por copiloto.
— No sé por qué los traje, bola de inútiles. — dijo bastante estresado.
Salvo por Tomioka Giyuu, los otros dos le regresaron la agresividad.
— Hazlo tú solo si tanto te molesta. — gruñó Shinazugawa.
— Como si realmente me importara que Rengoku se volviera comida para perro. — agregó Iguro.
Las manos de Uzui se apretaron más en el volante, buscando sosegarse para no causar una pelea más fuerte en un momento donde sí los necesitaba.
— Okay, entiendo que cada uno de nosotros tenemos otras cosas más interesantes que hacer que cazar a un despechado y posiblemente borracho Rengoku Kyojuro, pero piénselo de esta forma: sin Rengoku estaríamos perdiendo aún más nuestro tiempo al haber llegado tan lejos, así que lo necesitamos vivo.
— Puedo ir a escupirle en su tumba. — dijo Iguro.
— Yo estoy contigo, Uzui. — dijo Giyuu en voz apenas audible. — Estoy preocupado por Rengoku.
— ¡Excelente! — exclamó para entonces mirar a Shinazugawa. — ¿Qué harás tú? ¿Dejarás a tu novio solo conmigo a sabiendas de que puedo impresionarlo?
El peliblanco chistó con molestia.
— Sólo vuélvelo a llamar, Iguro.
El heterocromático puso los ojos en blanco antes de volver a llamarle al rubio, ignorando la tensión de todos los demás. Estaba a punto de gruñir que era la última vez que le marcaba cuando la llamada entró. Pudieron escuchar de inmediato la estridente música del otro lado de la línea y dos voces muy cerca de la bocina, aunque ninguna se podía distinguir del todo.
— ¡Kyojuro, ¿dónde estás?! — gritó Uzui.
— ¿Eh? ¿Uzui? ¡Uzui! — saludó el rubio, su tono de voz dejó muy claro su ebriedad.
— ¡¿Dónde estrás, sordo?! — gritó Sanemi desde los asientos traseros.
— ¡En el bar! — respondió.
— ¡¿Qué bar?!
Hubo un momento de duda en el que se escuchó a Kyojuro preguntar lo mismo, sólo para que alguien respondiera: "¿Qué les importa?"
— ¡¿Qué les importa?! — gritó Rengoku como si ese fuera el nombre.
— ¡¿Quién está contigo?! — exigió Uzui.
— ¡Esta...! — empezó. Hubo un momento de silencio antes de escucharlo reír. — ¿Cómo te llamas? Se me olvidó.
Si hubo una respuesta ya no la escucharon pues la llamada se cortó. Tengen maldijo en voz alta antes de acelerar más. Estaban a pocos kilómetros de la última ubicación que indicaba el celular de Rengoku, algo que también lo hizo rabiar al recordar que su querido amigo se había movido de bar en bar por toda la noche. Entendía que estuviera despechado y buscara conocer a alguien, ¡¿pero qué no le bastaron las personas del lugar donde había sido plantado?! Si tan sólo no se hubiera movido de ahí...

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Renkaza Week 2021
FanfictionPequeñas historias dedicadas a la pareja de Kyojuro y Akaza.