CAPÍTULO 10

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Cuando la luz del día empezó a iluminar el dormitorio, Sasuke se despertó. Se desperezó y se puso en pie como si nada. A duras penas podía recordar la cena con Sakura y su acompañante.


Tampoco sabía por lo tanto que había estado durmiendo durante 6 días seguidos, dos de ellos en un hospital, ni sabía que todo ese tiempo había estado a su lado esa muchacha de la que había huido la última vez.


Se vistió con uno de sus elegantes trajes y salió del dormitorio para ir a la cocina.


Al pasar por delante de la otra habitación, la puerta estaba entreabierta y la luz se colaba a través de la rendija que quedaba entre esta y el marco. El pasillo quedaba levemente iluminando.


Se acercó completamente extrañado, con el ceño fruncido, y con una postura recta y defensiva. Al mirar por la estrecha apertura pudo ver a su asistente. Estaba en ropa interior, doblando una prenda y dejándola en una bolsa que había sobre la cama.


Sasuke creía estar soñando.


No entendía ni qué hacía Sakura en su apartamento ni por qué estaba, aparentemente, cambiándose de ropa. Miró en silencio poco más de un minuto.


Cuando ella se giró hacia la puerta él no supo qué hacer y corrió a su dormitorio, como si tratase de que ella no le viera.


Sakura había pasado la noche juntando notas y rellenando el informe de Hatake. Poco antes de que amaneciese fue a ver a Sasuke.


Este seguía estirado sobre la cama, inmóvil, durmiendo, como había estado haciendo esos días. Llevó una mano a su frente para comprobar que no tenía fiebre y, tras comprobar que todo estaba bien, corrió a darse una ducha rápida.


Apenas estaba durmiendo y ducharse no era una opción, sino una obligación si quería mantenerse despierta durante más horas. Después de secarse y de ponerse su ropa interior, corrió al dormitorio para vestirse.


Debía volver al "trabajo" para terminar ese informe.


Sasuke permaneció sentado en el sillón de su habitación con los codos apoyados en las rodillas y los dedos de las manos entrelazados, analizando la extraña situación.


No recordaba en qué punto tras la cena había llevado a Sakura a su casa, y menos aún que ella hubiera llevado ropa para cambiarse allí.


No.


Aquello debía estar siendo un sueño surrealista. Salió del dormitorio y caminó despacio hasta la habitación en la que había visto a su asistente.


Esta no estaba y aparentemente el dormitorio estaba como siempre: ni rastro de bolsas, ni rastro de ropa femenina, ni rastro de ninguna mujer.


—Voy a volverme loco. —Rió.


Se llevó una mano a la cara mientras negaba con la cabeza. Sin darle mayor importancia a lo que él creyó producto de su imaginación, fue hacia la cocina para prepararse uno de esos cafés matutinos que tomaba siempre antes de ir a la oficina.

Una cenicienta en la oficina (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora