CAPÍTULO 4

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Sonó el despertador.

Hecha un manojo de nervios, descolgó de la puerta del baño uno de los trajes que el señor Uchiha le había enviado. Tras pasar más de una hora intentando que su pelo quedase perfecto, decidió atarlo en una coleta, algo que, con el traje, la haría verse aún más elegante. Se puso el pantalón y, después de la camisa, la americana.

_Nunca pensé que pudiera verme así de bien _se dijo con una sonrisa.

Vio su reflejo en un trozo de espejo que tenía tras la puerta. Llevó la mano a su pecho como para tranquilizarse a sí misma y salió con dirección a su nueva oficina.

Al entrar, las chicas de recepción la miraron con el ceño fruncido, como si dudasen de que realmente fuera ella, la chica andrajosa que traía documentos de tanto en cuanto. Se dirigió a los ascensores. Cuando llegó uno, subió a la planta que el señor Fugaku le había dicho en su nota. Aquel edificio era un sueño para cualquier empleado de ese ámbito. Era espacioso. Estaba decorado en una gama de grises, azules y blancos, tres colores que, combinados entre sí, convertían aquellas oficinas en un lugar sobrio pero confortable.

Caminó por el amplio pasillo hasta llegar al despacho de Sasuke Uchiha, el hijo de ese hombre que la había convencido para trabajar allí. La oficina estaba vacía. Era pronto, pero pensó, equivocadamente, que quizás el director estaría allí. Entró sin saber muy bien qué hacer o cómo hacerlo y se sentó en una de las sillas transparentes que había junto a la mesa, para esperar al que sería su nuevo jefe, alguien de quien no conocía nada salvo el nombre y el apellido.

Aquel lugar tenía un agradable aroma masculino, como si Sasuke se perfumase allí cada día y se hubiera quedado impregnada su esencia por todo el lugar. En vista de que su nuevo jefe no llegaba, se puso en pie y se acercó a la enorme ventana panorámica que abarcaba toda la pared. Las vistas desde el despacho eran increíbles. Salvo por unos cuantos edificios que impedían obtener una perspectiva completa de la ciudad, el resto ofrecía una imagen incomparable de la metrópoli.

Cuando Sasuke llegó al Edificio B estaba lejos de imaginar lo que su padre le tenía preparado. Hablaba por teléfono cuando entró en su despacho, ignorando que allí había una chica, una muchacha con la que tendría que trabajar, le gustase o no.

_Está bien, Jūgo. El día veintitrés en Bubble Building. Nos vemos entonces. Hasta luego _dijo suspirando.

Se dejó caer en el sillón de cuero gris que tenía tras su escritorio. Sakura se giró tan pronto como escuchó aquella voz masculina detrás. Sonrió tímidamente, suponiendo que él la había visto.

_ ¡Oh! Buenos días _saludó Sakura.

Este la miraba completamente incrédulo. No sabía quién era. Miró la agenda que tenía sobre la mesa, para asegurarse de que no era alguna cita que no recordaba.

_ ¿Y tú eres...? _preguntó, poniéndose en pie con el ceño fruncido.

_Me llamo Sakura Haruno. Soy su nueva asistente _explicó. Se acercó a él y le ofreció una mano como saludo.

_Mi nueva... ¿qué? No. Yo no he tenido nunca ningún asistente. Esto debe tratarse de un error...

Salió de detrás de la mesa y se colocó justo frente a la muchacha, que lo miraba tras sus gafas sin saber muy bien qué hacer.

_Usted es Sasuke Uchiha, ¿no? _preguntó un tanto tímida_. Su padre...

Tan pronto como esa chica mencionó a su padre, Sasuke estiró la mano y sujetó su delgado brazo para, acto seguido, tirar de ella. Caminaban por el pasillo uno junto al otro. Sin previo aviso irrumpieron en el despacho de Fugaku, el padre de Sasuke y el presidente de aquel complejo empresarial.

Una cenicienta en la oficina (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora