CAPÍTULO 3

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Sakura estaba terminando de prepararse unos macarrones con queso para cenar cuando alguien llamó a la puerta. Rápido supo que se trataba del enviado del señor Uchiha y no dudó en abrir. El hombre llegaba repleto de cajas y de perchas envueltas en bolsas de tela blanca. Sin preguntar dónde dejarlas, las soltó sobre el sofá.

_Señorita Haruno, lamento mi falta de educación... _se disculpó.

_Descuida. Supongo que pesaba _respondió ella con una sonrisa. Él asintió.

El chofer metió una mano en el bolsillo interior de la americana y sacó de él un sobre.

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Estimada señorita Haruno:

Las especificaciones para el puesto son las siguientes:

Empieza el lunes, a las ocho de la mañana. En la planta cincuenta y nueve del Edificio B, en la oficina de Sasuke Uchiha, será su asistente.

El salario serán cinco mil dólares al mes, que es lo que cobra la media en la empresa que yo presido. De su primera nómina se le descontará el alquiler de su nuevo apartamento y el alquiler del coche de la empresa que le servirá como transporte (los detalles y las llaves se los daré el lunes, si acepta el puesto).

Además, le descontaré la ropa que le lleva mi chofer, por lo que de su primer pago sólo cobrará el veinticinco por ciento del total. Espero encontrarla al llegar a la oficina. Pase un buen fin de semana.

Cordialmente. Fugaku Uchiha.

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Sakura introdujo de nuevo la nota dentro del sobre y miró al hombre.

_ ¿He de darle una respuesta ahora? ¿No puedo pensarlo? _preguntó.

En realidad, negarse sería algo muy necio. Jamás se le habría ocurrido que le ofrecerían un puesto en el Edificio B. Jamás pensó que cobraría alguna vez más de lo que estaba cobrando ahora y muchísimo menos que le ofrecerían un piso en el que vivir. No había mucho que pensar, pero tampoco quería parecer desesperada. Ciertamente a ella tampoco le gustaba vivir en un callejón, arriesgándose cada día a que entrase algún maleante y forzase la puerta. Quería la seguridad de un piso con puertas blindadas y cerrojos de verdad.

_No. A mí no debe darme una respuesta de nada, señorita Haruno_ respondió el hombre_. De hecho, yo no sé qué tipo de negocio es el que tiene el señor Fugaku. Sólo soy su chofer. Además, he venido únicamente a hacer este encargo. He de marcharme. También yo he de descansar.

_Está bien... Pase un buen fin de semana.

_Usted también _respondió el hombre antes de salir de allí a toda prisa.

Cinco minutos desde la llegada de ese hombre y ahora estaba sola, con un montón de paquetes en su improvisado salón y una nota en las manos con la oferta de su vida. Qué hacer no era lo peor. Lo peor era la sensación que empezaba a embargarla. Con esa invitación a ascender de puesto sentía como si pasase directamente sobre los que habían sido sus compañeros. Si aceptaba, dentro de tres días desaparecería del que había sido su puesto en todos esos meses. Ahora sería ni más ni menos que la asistente del director, no una secretaria.

Con una indecisión sin sentido decidió mirar aquellas cajas y aquellas bolsas que el presidente de Industrias Uchiha le había mandado llevar. Al ver los elegantes trajes de chaqueta, los zapatos de tacón y aquel maletín se vio inundada de repente por unas terribles ganas de empezar. Quería verse a sí misma vestida como esas ejecutivas de las películas.

Una cenicienta en la oficina (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora