CAPÍTULO 6

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La noche pasó igual de deprisa que la tarde anterior. Curioseándolo todo se le hizo tan tarde que casi no pudo dormir. Cuando sonó el despertador, ya se había duchado y se había vestido con uno de los trajes que se había salvado de los ladrones. En esa casa aún no había qué llevarse a la boca, por lo que tuvo que irse sin desayunar. Justo cuando llegaba al vestíbulo lo hacía Sasuke, tan elegante como cabía esperar en el director, pero con ese aire desenfadado que le daban los botones sin abrochar y la ausencia de corbata.

_Buenos días, señor Uchiha _saludó con una sonrisa amable.

_ ¿Otro pantalón? _Murmuró él_ Las piernas de las mujeres son tan perfectas que es inmoral llevarlas ocultas bajo unos pantalones. De modo que, señorita Haruno, a partir de mañana su traje no debe llegar más abajo de medio muslo. Quiero ver un palmo más arriba de la rodilla. Y si se niega está despedida _su tono no sonaba en absoluto como el primer día, esta vez sonó ligeramente simpático. Sakura nunca había ido a trabajar con un traje de pantalón. Siempre usó faldas, bastante más largas de lo que Sasuke pedía, claro estaba. Pero debería acostumbrarse si quería seguir trabajando.

_Hoy tiene una reunión en Cross Avenue _informó mientras entraban en el ascensor.

_Tenemos. Eres mi asistente, ¿no es así? Ahora las reuniones aburridas tendremos que compartirlas.

Esas juntas de las que Sasuke hablaba consistían, básicamente, en tediosas charlas de varias horas con tipos de entre cincuenta y setenta años, de las que siempre salía con horribles ganas de echar una siesta en cualquier rincón. A partir de ahora ya no se aburriría solo. Gracias a la asistente que su padre tan generosamente le había impuesto, tendría con qué distraerse.

Al llegar la hora de la reunión, Sakura cogió las carpetas con los informes que el ejecutivo le había hecho leer antes de salir y bajaron juntos al aparcamiento. Cuando Sasuke tomó el puesto de director en el Edificio B, su padre se encargó de que tuviera la mejor oficina y al mejor empleado como su secretario, y le puso un chofer para que le llevase donde necesitase. Pero Sasuke rechazó todo para poder elegir por sí solo.

Optó por una oficina en una de las plantas más altas con las mejores vistas. Su coche lo conduciría él y, de ayudantes, ni hablar. Había estudiado para hacer las cosas por sí solo. Al llegar al aparcamiento Sakura tendió una mano para coger la llave del coche y conducir ella. Era la asistente y se suponía que estaba para ayudarle, pero Sasuke, cortés como con todas las mujeres que le habían acompañado alguna vez, se acercó a la puerta de copiloto y la abrió para que ella se sentase a su lado.

Sakura sonrió tímida. No esperaba ese gesto en él, teniendo en cuenta que su reacción al verla por primera vez un par de días atrás, cuando fue arrastrarla por el brazo hasta el despacho de su padre.

_No es necesario que tomes notas. _Rió él, al verla disponer la carpeta con folios blancos sobre la mesa.

_Con el señor Orochimaru...

_Yo no soy el señor Orochimaru. Cuando estoy en una reunión, mi cabeza sólo atiende a los asuntos que se tratan sobre la mesa. No necesito que apuntes nada. Sólo que escuches y que entiendas de qué se habla.

_De acuerdo. Yo...

Los hombres empezaron a llegar y a sentarse alrededor de la mesa, casi en el mismo momento en el que Sasuke terminó de hablar y Sakura cerró la carpeta. Se saludaron. Con las pertinentes presentaciones hacia la nueva y sin mucho preámbulo empezó la reunión. Sakura se sentó cerca de la ventana y a varios metros de su jefe. A medida que los mayores desvariaban sobre cuestiones que no tenían nada que ver con la reunión, Sasuke observaba a su asistente. Esta tenía las piernas cruzadas elegantemente, pero, por desgracia para él, iba demasiado tapada: ni un escote, ni mangas cortas, ni falda. Se recordó a sí mismo la necesidad de que esa chica fuera a la oficina un poco más... femenina. De vez en, cuando recogía tras su oreja derecha el mechón de pelo que le caía hacia la cara y con el sol anaranjado que entraba a través de los cristales, hacía que se viese en otro color, en un tono zanahoria que le hizo reír.

Una cenicienta en la oficina (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora