Eran las ocho y media. El sol entraba a raudales por el enorme ventanal cuando Sasuke llegó a la oficina. Tecleó el código de la puerta y dirigió sus ojos directamente a la mesa de la muchacha.
_Ordenar documentos no le gusta a nadie, pero ordenarlos dos veces menos aún... _dijo satisfecho, yendo a su sillón_. Espero que no vuelva. Si lo hace, lo hará tarde y la podré despedir... _Rió con satisfacción mientras se dejaba caer en el asiento tras su escritorio.
Sakura llevaba tantas horas encerrada que terminó dormida en el sofá. Este estaba de espaldas a la puerta, de modo que cuando Sasuke llegó no la vio. Al darse la vuelta no recordó que estuviera en la oficina. Rotó sobre sí misma como si estuviera en su cama y sin querer cayó sobre la moqueta.
_Pero... ¿qué? _preguntó Sasuke. Se puso en pie automáticamente para ver qué había sido ese ruido.
_ ¡Auch...! _se quejó ella, tocándose la cadera con la que había golpeado el suelo.
_ ¿Puede saberse qué haces aquí?
_Yo... _Miró su ropa para asegurarse de que estaba presentable_. Me dejó aquí encerrada y la puerta sólo puede abrirse desde fuera... He pasado la noche en la oficina.
Sasuke recordó entonces la orden de clasificar nuevamente los documentos y recordó haber cerrado la puerta, pero no imaginó que ella pasaría la noche ahí encerrada, sin poder salir.
_Tendrías que haber llamado a los de seguridad. ¿Es que eres tonta? _dijo mirándola de arriba abajo con expresión de incredulidad.
El día anterior estaba tan enfadado que no reparó en ella. No se fijó si era joven o mayor, si era rubia o morena, ni en el color de sus ojos, pero, ahora que el sol entraba por la ventana y los bañaba por completo, se dio cuenta de lo hermosa que era. Su pelo rosa y liso caía en cascada hacia su espalda, sus enormes ojos jades se escondían tras las gafas de pasta negra que adornaban su cara, dándole un toque serio, intelectual y a su vez inocente, y sus labios eran rosados, bien definidos, perfectos para esa cara tan bonita.
_Ve a casa y cámbiate. Duerme un poco si quieres, pero a las doce, como muy tarde, te quiero de vuelta _pidió en un tono más suave, reconociendo sin hacerlo realmente, su parte de culpa. Era la primera vez que tenía asistente y debía reconocer que estaba siendo más torpe de lo que creía.
_No es necesario, señor Uchiha. Es... estoy un poco cansada, pero puedo descansar cuando termine.
_No. No puedo verte vestida con la misma ropa de ayer. Si no quieres dormir, no lo hagas. A mí eso no me importa, pero la ropa...
_Está bien. El almacén está cerca, de modo que no tardaré en volver.
Puesto que no había podido reunirse con Uchiha padre, no había recibido las llaves de su nueva vivienda, ni las del coche que le había mencionado. Así pues, seguía viviendo en el mismo lugar donde había estado quedándose hasta su ascenso.
Al llegar al callejón en el que estaba su «hogar» encontró la persiana completamente destrozada, doblada como si de un trozo de papel se tratase y caída sobre el suelo. Se acercó lentamente, con el pulso acelerado, mirando al interior, imaginando cómo estaría todo. En efecto, algunos de sus enseres estaban desparramados por el piso, la mesa de cristal estaba hecha añicos en el lugar en el que estaba la alfombra la última vez que salió de allí y los muebles habían desaparecido. Algunas de las prendas aún estaban colgadas en las perchas. Supuso que, o dejaron lo que no les servía, o seguían ahí porque no les había dado tiempo de llevárselo.
El miedo se apoderó de ella. Ni siquiera podía caminar por el lugar. Le temblaba todo el cuerpo ¿Y si hubiera estado ella allí mientras entraban los ladrones? ¿Y si hubiera estado durmiendo, o duchándose, o...? En ese momento sólo pudo agradecer a Sasuke por dejarla encerrada y a salvo en su oficina.
ESTÁS LEYENDO
Una cenicienta en la oficina (ADAPTACIÓN)
RomanceSakura era feliz a su manera. Estudió lo que quiso (aunque ello le costase su familia), tenía un trabajo estable y un lugar donde vivir gratis. Aunque no todo era de color de rosa. Sasuke era el director de una de las empresas más importantes de su...