-¿Casarme con un gánster?- Cuestionó la chica abriendo sus ojos como platos.- No lo haré, no quiero hacerlo-negó levantándose de la mesa irrespetuosamente.
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El rostro de la futura Shelby estaba comenzando a ser maquillado, preparándola para hoy. Para la boda. Finalmente ya había llegado la fecha del enlace, ambas familias se encontraban extasiadas con la noticia de que, al fin, serían casados.
Desde aquel día que tuvo una larga noche con Finn Shelby, Jade no se he vuelto a permitir cometer otra infidelidad con cualquier hombre.
—Te ves preciosa— sonrió Marcus entrando a la habitación, Jade le sonrió de vuelta.— Papá hubiera querido estar aquí, hubiera querido acompañarte al altar— la aseguró, los ojos de Jade se aguaron ante el recuerdo de William Edevane.
—Al principio me enfadé con papá, incluso con mamá y contigo, pero gracias a él he encontrado al hombre que necesitaba a mi lado. Nunca pude agradecérselo y creo que eso me perseguirá de por vida— lamentó ella, dejando que una lágrima caiga por su mejilla para ser limpiada por Marcus.
—Thomas te está esperando, ve— la susurró, no queriendo tocar más el tema al saber que ella se rompería en cualquier momento.
Se abrazaron una vez más, felices por ese día. Ella bajó las escaleras de la casa para montar en el auto de bodas que Arthur había alquilado. Sería Tommy quién la llevase al altar, para ella el hombre se había vuelo como un referente paterno.
—Estoy nerviosa— confesó en un murmullo ella, sin mirar al Blinder a su lado.
—John te espera con ansias en el altar, lleva meses deseando que éste día llegue— la aseguró.
—Hoy, al final del día le daré una buena noticia, Tommy, pero quiero que seas tú quién lo sepa antes— le dijo, Thomas asintió dándola permiso para decírselo.— Estoy embarazada— confesó. Thomas se quedó sin palabras mientras una sonrisa aparecía en su rostro.
—Créeme, le vas a hacer muy feliz de ahora en adelante—. La aseguró, ella le sonrió.
Llegaron a la iglesia, todo era perfecto, tal y como Polly y Ada se lo habían contado. Bajó del coche con la ayuda de Thomas y ella le tomó del brazo. Entraron por la iglesia mientras la música nupcial sonaba de fondo entre los vitoreos y aplausos de los invitados. Por encima de todos, Arthur daba voz a su nueva cuñada diciéndola que estaba hermosa. John la miraba aturdido, la veía perfecta en ese momento caminando hacia el altar.
Ella llegó a su lado, sonriéndole con timidez por la intensidad con que la miraba.
—Esposa y esposo, ¿venís a contraer matrimonio sin ser coaccionados, libre y voluntariamente?— Preguntó el cura.
—Sí, venimos libremente— pronunciaron la pareja a la vez.
—¿Estáis decididos a amaros y respetaros mutuamente, siguiendo el modo de vida propio del matrimonio durante toda la vida?— Volvió a preguntar de nuevo.
