Descomposición

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El sol de Neptum terminaba su ciclo sobre los demás soles y lunas, todo se posaba tranquilo y nada estaba fuera de su lugar, las siete divisiones continentales estaban en una paz tranquila y duradera pero había algo perturbador en el aire, algo inquietante corría al son del viento, algo gritaban los árboles, las aguas corrían de algo y los animales buscaban invernar a pleno verano. Los seres espirituales percibían algo no pacífico y ya alertaban a los pueblos, avisando que algo dormido por años quería despertar y sus secuaces lo sabían y vagaban por el bosque buscando despertar del sueño profundo a su amo. Las brujas y demonios dominados gritaban con terror en su celda, los espíritus rompieron su línea de división y andaban esparcidos susurrando lamentos, las divisiones trataban de pasarlo por alto, hasta que un suceso, encendió las alarmas de pánico.

En el bosque de la cuarta división, habitó toda una legión de oscuros, personas con alas negras, una unión que siempre vivía en distancia de las demás, tan apegados a las reglas y estrictos como podían, algo que lamentarían por siempre. Se parecía a una noche tranquila sin mucha actividad, algunos oscuros caminaban, volaban o convivían entre sí, sin hacer más ruido de lo indicado, algunos hombres guardianes con sus lanzas alzaban un suave vuelo a los alrededores de la aldea cuidando del lugar, algunos se posaban a ver a los infantes jugar alrededor de una gran hoguera. Entre el tumulto de pequeñas casas de madera habitaba una bella joven que observaba las estrellas desde su ventana, su habitación era iluminada solo por una gruesa vela en un estante, del otro lado de la habitación se hallaba una pequeña cuna de madera donde habitaba su peor decisión pero a la vez más hermosa de su vida. La chica sintió una corriente de aire cálido mover las hebras de su cabello negro como la noche y con una sonrisa se dio vuelta a recibir a su amado.

-Alarí, no puedes est...

-Naikê, tenemos que irnos- el demonio salió de un rincón oscuro de la habitación con una expresión de tención severa.

-¿Q-que pasa? ¿Por qué estas así?

- No hay tiempo, ya vienen- Se dirigió a la cuna.

-¿Qué?

-Tu padre viene hacía aquí con sus tinieblas, no pude detenerlo, quieren atacar a la aldea, ya están iniciando la rebelión - se movía por la pequeña habitación buscando sábanas para la bebé en sus brazos - Naikê... Él ya sabe lo que hice... Lo que hicimos... - A Naikê se le humedecieron los ojos y su corazón se aceleró -   vienen en busca de nosotros, lo siento de verdad - arrullaba a la pequeña niña en sus brazos que hacía pequeños sonidos al reconocer a su padre. 

-La protegeremos sin importar lo que pase- Sé lleno de valor Naikê, Alarí asintió y la tomó de la mano.

-¡Espera! ¡Hay que avisar a la aldea! - a lo lejos un estruendo resonó y una gruesacapa humo con olor a azufre invadió el lugar.

-No hay tiempo, ya están aquí - observaron inertes la ventana, cuando gritos empezaron a oírse por todas partes, la vela que se posaba en la mesa comenzó a parpadear hasta que su llama se apagó. Las manos de Naikê y Alarí se sujetaron fuerte y comenzaron a correr, al salir del edificio, se toparon con tres criaturas de extremidades alargadas y encorvadas, no había parte de su cuerpo que no fuera negra o quemada con cenizos aún encendidos. Se pusieron de frente a la pareja esperando el momento para atacar; la palma de Naikê empezó a quemar, observó a Alarí y notó que partes de su piel se comenzó a rasgar y a despedir humo.

-Toma a la niña- Susurró Alarí con voz distorsionada, este pasó su hija a manos de su compañera con movimientos suaves que eran seguidos por los ojos oscuros y sin fondo de los demonios, Naikê observó a su compañero a los ojos, sus iris eran tan rojos como el cristal de un rubí y sin importar cuan tenebroso se viese, le transmitían confianza y amor.

Uno de los de los demonios se notó impaciente y se abalanzó sobre la pareja .Alarí recibió el impacto, protegiendo a Naikê.

-¡Corre!- Naikê obedeció, con fuerza tomó a la niña en su pecho y en empezó acorrer, no dio ocho pasos y frente sí, sé posó otra criatura que rápidamente lanzó un zarpazo con sus alargadas garras, Naikê lo esquivó lo más rápido que pudo, logrando tomar otra vía, pudo sentir como tras de ella, el demonio seguía su paso, como un animal salvaje hacía su presa, frente a ella más adelante en el camino pudo divisar otra criatura, acorralar un grupo de niños, en los escombros de lo que era una casa; con dificultad se concentro y pudo visualizar una lanza en su mano derecha, que se materializó en segundos; frenó en seco con mucho cuidado de no lastimar al infante en su pecho, y con la mayor precisión y la fuerza posible lanzó el arma que se clavó justo en el costado del demonio; airado, este se dio la vuelta hacía ella y comenzó a correr en su dirección , Naikê extendió sus alas y de un fuerte aleteo sé alzó en las alturas provocando que sus dos perseguidores chocaran de una forma fuerte, sin prestar atención se abalanzó hacía los niños ylos levantó impulsándolos a correr, uno de los guardianes con lanza los recibió inclinando su cabeza y partió con ellos, Naikê volvió a alzar el vuelo y desde allí en su altura observó como todo en su aldea era un caos, los edificios ardían, los hombres luchaban, las mujeres corrían con los niños y los demonios aparecían cada vez más «¿como pasó esto?» no le dio tiempo de responderse a sí misma, cuando un látigo baboso y caliente sé enrolló en su pie izquierdo y bruscamente la jaló provocando que cayese como plomo contra el suelo; su sistema se alarmó ysé llenó de pánico al no sentir a su hija, desesperada y con lágrimas en sus ojos, ocasionados por el dolor, intentó levantarse deprisa, pero un pie gigante la aprisionó bruscamente de su torso contra el suelo, dando chillidos y gritos intentaba quitarse de encima a la tercer criatura, grande y horrorosa, que amenazaba con destripar su cuerpo, con ojos vidriosos, vio frente sí como las otras dos criaturas, acercaban a su hija, que lloraba perturbadoramente por culpa del impacto.

-¡NO! ¡ALÉJATE! ¡NOOO! ¡BACKHU! ¡BACKHU! - Naikê comenzaba a llorar impotente cuando de la nada la cabeza de su aprisionador calló a suelo en un golpe seco, Naikê alzó la vista y vio a Alarí medio cubierto en cenizas con su espada en mano, manchada de negra sangre.

-¡Alarí, mi hija!- gritó desesperada saliendo por fin de su captura, corrieron a la par hacía los demonios, Alarí con su espada, Naikê con su lanza, ambos dieron un grito de guerra arremetiendo cada uno con un demonio, hundiendo sus armas en los repugnantes cuerpos sin vida propia, solo un movimiento filoso a cada uno y quedarían uno sin cabeza y el otro atravesado a la mitad de su pecho.

-Backuh- Naikê tomó a su hija en sus brazos tratando de controlar el incesante llanto de la niña.

-Naikê - la mujer se dio la vuelta a su compañero quién tenía la vista perdida en el suelo, respiraba profundo pero daba lentas bocanadas, los cuales al exhalar salían pequeñas nubes de humo.

-Vienen más... Tú padre viene con ellos.

-Alarí- sollozó - No me puedo ir, ¡Mi aldea!

-No podemos hacer nada, vamos...

-Alarí no...

-¡NO PODEMOS HACE NADA, ENTIENDE!

-¡ELLOS TE ACEPTARON, TE AYUDARON! ¡Te permitieron estar aquí! ¡conmigo!¡por qué demostraste que no eras un sucio y simple demonio más! ¿y ni siquiera darás la guerra por nosotros? -Alarí se le quedó viendo resignado y ya crispado por el cólera.

-Está bien... Con una condición, corre, y no te detengas- Naikê asintió con llanto en los ojos, Alarí lentamente se acercó a Naikê, la cual elevando sus alas al viento, juntaron sus frentes y empezó a elevarse sobre su suelo, ambos miraban con ternura a la bebé entre sus brazos.

-Ten cuidado... cuídala- Allí , mientras daba suaves aleteos, se abrazaron, los tres, cerrando una promesa y dando un posible adiós...

 - Que romántico - susurró amenazante el viento, ambos observaron y allí, en las fronteras del bosque, se encontraba él, con una sonrisa malévola, llena de cólera y obsesión. - Naikê... ¿esa es mi nieta? la quiero ver -  Naikê y Alarí se miraron intensamente, Naikê comenzó a elevarse y de un fuerte aleteo se marchó sin mirar atrás.

-Alarí ... Tú y yo teneos una deuda que saldar - Alarí sonrió de medio lado con malicia y altanería, sin perder ese brillo en sus ojos que rebelaba cansancio y tristeza.

-Ven por mí, "padre"

Hank gruñó.

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