5.- Una noche

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Tiempo actual.

Janet

Estaba sentada en la mesa viendo como las velas poco a poco se consumían mientras Gina caminaba de un lado a otro viendo su reloj, se veía ansiosa, pero más ansiosa me ponía ella a mí al no quedarse quieta.

—Estoy segura que ya viene en camino.

—No lo hará... —Respondí segura —, apuesto a que lo olvidó —estaba triste jugando con mis dedos bajo la mesa.

—Voy a llamarla. —Caminó a su bolsa, decidida a sacar su celular y llamarla.

—Gina está bien... déjalo así. —La detuve antes de que lograra marcar su número.

—No. Claro que no, voy a hablar con ella y...

—No. No lo harás —. Sentía que mis lágrimas estaban a punto de salir, ella no tenía por qué hacer nada. —Solo olvídalo.

—Estás segura que le dijiste bien la hora. —Me habló despacio, creo que trataba de encontrar otra respuesta a la ausencia de Adrianne, pero yo sabía que no la había.

—Si lo hice. Lo olvidó Gina, ella no vendrá. —Puse los codos en la mesa y con las manos me tapé la cara.

—Janet... lo siento. —Tomó mi brazo, tenía una cara de afligida tremenda.

—Yo también. —Le sonreí triste, ya no pude retener más mis lágrimas y un par de ellas salieron sin mi maldito permiso, me sentía algo humillada y totalmente decepcionada. —Gina... ¿Quieres... cenar conmigo? —Dije mientras sorbía mi nariz y limpiaba mis mejillas. Traté a medida de lo posible de sonreírle para que viera que todo estaba bien, pero supongo que no me pude ver más patética.

Ella solo asintió con una mirada triste, se disculpó por su hija y sirvió un poco de comida en nuestros platos. En realidad, no comí casi nada, sólo me la pasé jugando con la comida, pero me sentía avergonzada con ella, se la pasó toda la tarde en la cocina por nada. Lo mínimo que podía hacer era fingir comer su deliciosa comida.

Pasaron otros cuarenta y cinco minutos y nada. Ella no apareció, ahora lo único que quería era irme a la cama, sentía un agotamiento mental impresionante. Ya no tenía que esperarla más tiempo, era más que claro que no llegaría, así que empecé a limpiar todo esto.

—Déjalo así, yo termino de limpiar. —Trató de quitarme los platos de las manos.

—No Gina, ya hiciste demasiado... —Seguía viéndome con pesar, y no lo estaba soportando. —¿Segura que no te quieres quedar aquí? Ya es tarde para que manejes.

—Sí, estoy segura, mañana tengo muchas cosas que hacer, además... ustedes tienen que hablar.

—Okey, ¿te importa si me voy a acostar? estoy cansada. —Le dije terminando de limpiar la mesa. No le mentí, si estaba cansada, pero ya no soportaba su mirada triste dedicada a mí.

—Claro que no, vete a descansar.

Me fui a mi habitación y entré al baño para ponerme el pijama y lavarme la cara, me vi en el espejo y entendí por qué Gina me miraba así. Era algo que no me gustaba de mi cara, mis facciones decían exactamente lo que estaba sintiendo en el momento de una manera más obvia que las del resto. Nunca había podido ocultar mis emociones, aunque muchas veces es bueno, porque no tienes que decir nada, pero cuando estoy triste, enojada o frustrada solo me dejo en evidencia.

Salí y vi la cama llena de pétalos. "Así o más ridícula". Tomé la cobija y empecé a sacudirla enojada, regando el piso de pétalos rojos y rosas. Tomé la pequeña cajita y la carta y las puse en lo más recóndito del closet. Me acosté y me hice bolita, sin quererlo mis lágrimas empezaron a salir. Las había retenido lo más que podía, pero ya era insoportable. Empecé a sollozar, cada vez más y más fuerte, trataba de controlarme porque no quería que Gina me escuchara. Ya bastante vergüenza sentía con ella cómo para que me escuchara hacer un drama por que su hija me dejó plantada.

Without youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora