51.- Latidos

123 18 10
                                    

Hace 2 años, antes de...

Adrianne

No lo entendía.

De verdad que no.

¿Cómo una mancha en el monitor nos podía tener llorando de esta manera?

No era una mancha.

Era un bebé.

Mi bebé.

Nuestro bebé.

El tratamiento había funcionado, Janet estaba embarazada, tenía alrededor de quince días. La doctora nos felicitó y procedió a darnos las indicaciones y la próxima cita para ver a nuestro bebé.

Que bien se escuchaba eso.

Estábamos más que contentas, la felicidad simplemente no cabía en nosotras, muy pronto seriamos madres.

—No lo puedo creer, no puedo creer que de verdad este pasando —estaba sobre el cuerpo de Janet abrazándola por la cintura.

—Yo tampoco —no le veía la cara, pero sabía que estaba sonriendo.

—Hola bebé —dije poniendo mi boca sobre su vientre.

—Jajaja que haces.

—Le hablo a mi hijo, quiero ser la primera que hablé con él —volví a pegar mi boca a su vientre —llevo horas sabiendo que existes y no sabes cuanto te amo.

—¿Cuándo se lo diremos a nuestros papás?

—No lo sé, podríamos decirles el fin de semana.

—Sí, pero necesito decirle a mi papá que venga, quiero ver su reacción.

—Se van a volver locos —me acerqué a ella y la besé.

Estaba demasiado feliz, era un tipo de felicidad que jamás en la vida había sentido. Había vida dentro de ella, era simplemente algo maravilloso de imaginar.

Organizamos una comida en casa para darles la noticia, Janet llamó a Hudson para avisarle y lo amenazó con que no podía faltar, ya que era algo muy importante. Los síntomas molestos persistían, vomitaba sin falta todas las mañanas, tenía malestares como dolor de cabeza y un sueño impresionante, se mareaba con facilidad y ya comenzaba a tener algunos antojos.

El día de la comida llegó y preparamos todo, me aseguré de preparar algo que no le diera asco o náuseas. Compré una botella de vino y me vio con una mirada que pensé que me asesinaría, pero le dejé claro que era para los invitados. Acomodamos la mesa y minutos después llegaron mi mamá y mi abuelo, veinte minutos después llego Hudson y nos pusimos a comer.

Fue una comida tranquila y amena, nos la pasábamos bien con las historias que contaba Hudson, hablamos y reímos por un buen rato. Con forme la comida avanzaba me ponía nerviosa, la hora de decirles se acercaba y cada vez sentía más las mariposas en mi estómago.

—La comida te quedo muy rica Adrianne —dijo Hudson degustándola.

—Qué bueno que te guste.

—Claro que esta rica, yo misma la enseñé. — Mencionó mi madre orgullosa.

—¡Oh! Pues... entonces entiendo porque Janet no cocina bien.

—¡PAPÁ! —levantó la voz demasiado ofendida —. Para que lo sepas cocino mejor que tú.

—Jaja, claro que no mi vida —todos nos reímos mientras Janet solo negaba —¿te sirvo más vino? —le preguntó con la botella en la mano a punto de servirle.

—No papá... no puedo beber.

—¿Por qué? —preguntó intrigado. ¡OH POR DIOS! El momento llegó.

Without youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora