35.- Burbuja rosa

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Janet

En la comida me sentí bastante extraña, me sentía fuera de lugar, no porque no supiera de lo que hablaban, sino porque sentía que no pertenecía, no a la conversación, si no a este plano. Como una tonta salude a Keyla sin obtener respuesta, ya son casi 2 meses y medio de que soy así y aún no logro acostumbrarme, sigue afectándome, aunque me dio gusto verla.

No todo fue malo, por primera vez vi a Adrianne contenta, contenta de verdad. Conversaba con ellos y se reía de las historias que contaban, la vi divertirse después de mucho tiempo, me gustó verla conversar con alguien y no tener que fingir que habla por teléfono para que no la juzguen como una loca que habla sola, realmente fue una tarde agradable para ella. El tal Brahms es gracioso, se la pasó haciéndolas reír en toda la comida, de nuevo, no pude evitar sentir celos de él, es que la única que no lo nota es ella, incluso Keyla se dio cuenta.

Adrianne le gusta.

De verdad le gusta.

Lo puedo notar en como la mira, incluso creo que lo he visto suspirar cuando la ve, es amable y atento con ella. Bueno... en realidad es amable y atento con todas las personas de la empresa, es una persona agradable, pero no para mí, no lo suficiente para caerme bien, o tal vez solo estoy buscando una excusa para que no me caiga bien.

¿Cómo podría caerme bien cuando le gusta mi novia?

De regreso el coche no funcionó, simplemente no encendió, no pude hacer nada, pero Brahms estaba ahí y le ayudó a Dri, se ofreció a traerla a casa. Ella me veía indecisa, como si me fuera a molestar por eso. No quería que se regresara sola, es peligroso y ya es noche, además nunca sabes cuando un demente con pistola se te podría aparecer. Si lo sabré yo.

Creo que no lo pensó mucho y me abrió la puerta del auto de atrás para que me subiera. A veces hace las cosas como si aún fuera de carne y hueso, como sostenerme la puerta para entrar a algún lugar o pedir comida extra para mí. Dice que se siente mal por actuar como si yo no estuviera... pero es que... hasta cierto punto... no estoy aquí y no quiero que toda su vida se la pase sintiéndose así.

—¿Estás bien? Estás muy seria —me sacó de mis pensamientos cuando salió del baño con su piyama puesta.

—Sí, estoy bien. Solo estoy cansada —no mentía, me sentía muy cansada y casi sin fuerzas, es como si toda mi energía se evaporara con cada paso que doy.

—No sé, tal vez... necesitas dormir. ¿Puedes dormir?

—Pues... no lo he intentado.

—Puedes tratar —se metió a la cama a un lado mío —. Ven —estiró sus brazos a mí, me acerqué a ella y me acostó en su pecho y empezó a acariciarme el cabello, justo como lo hacía antes. —Velaré tu sueño esta noche.

—¿Que no se supone que eso lo tendría que hacer yo? —la abrazaba por la cintura. Su comentario me causó risa.

—Lo has hecho todo este tiempo, desde que estas aquí duermo mejor.

—Me he dado cuenta, por como roncas y babeas.

—Ya te dije que yo no babeo. Ya duérmete Gasparín —soltó con burla y yo simplemente no podía creerlo, levanté mi cabeza para verla.

—¡No puedo creer lo que me acabas de decir! —me puse de rodillas y tomé una almohada que estaba cerca. —¡Como te atreves! —comencé a golpearla con la almohada, ella se reía y trataba de cubrirse con sus manos —. Esa es una gran falta de respeto.

—JAJAJAJA ya perdón perdón —dejé de golpearla, se río un poco más mientras se acomodaba el cabello que le había despeinado. —Ya, ven, duerme. —Me jaló de nuevo a ella y me acomodó en su pecho —Te amo —susurró mientras acariciaba mi cabello y me dejó un beso en la cabeza.

Without youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora