No Fashion Muse! [TodoDeku]

II

Izuku Midoriya no está acostumbrado (y posiblemente nunca lo estará) a ser el centro de atención.

Mucho menos cuando alguien como Todoroki Shoto es quien, con mirada inquisidora, da vueltas y vueltas a su alrededor; con los rasgos finos y elegantes de su entrecejo frunciéndose, sus bonitos y exóticos ojos moviéndose de un lado a otro, la manera inconsciente en la que se mordía el labio inferior, o incluso como apartaba de su rostro mechones de su cabello para acomodarlos detrás de su oreja, indicando un completo caos en su mente.

Tal vez Todoroki tenía razón y no tenía salvación, pues incluso un genio como él parecía tener dificultades para hallar una forma de hacerle lucir... no tan Deku.

Ah... quizás de verdad era una pérdida de tiempo y esfuerzo.

Había pasado una semana exactamente desde que habían hecho un trato e Izuku fue resumido a ser algo así como "una mula de carga". Era una suerte que ese año tuviera tanto tiempo libre, porque Todoroki había decidido darle un buen uso, haciéndole cargar rollos de tela, cajas con quien sabe qué cosas, montones de papeles, maniquíes, accesorios, entre otras cosas que nunca en su vida había visto. No es como que se estuviera quejando, nada era realmente pesado, le servía como parte de su rehabilitación y disfrutaba más de su tiempo haciendo algo útil; y por supuesto, solo necesitaba que Yaoyorozu lo saludara amablemente cada día para hacer todo su trabajo con una sonrisa boba marcada en los labios.

Y bueno... Esa tarde Todoroki finalmente había tomado conciencia de que debía cumplir con su parte del trato.

Pero con casi veinte minutos sin cruzar palabra y con su refinado estilista atándose el cabello con frustración, el mismo se encuentra nervioso ahora.

—Tendrá que ser una remodelación desde la base— concluyó finalmente el príncipe de hielo, observándolo altivo al ver el pánico del pecoso ante sus palabras.

Izuku tenía la leve sospecha que no le agradaba mucho al príncipe, y eso lo había llevado a pensar una y otra vez qué fue lo que por obra y gracia de los dioses terminó convenciendo a Todoroki para que le ayudara.

Sospechosamente, lo único que venía a su mente, fue, no solo esa mirada casi soñadora en sus ojos heterocromáticos al ver a Iida, si no que durante toda esa semana su estilista preguntaba de vez en cuando cosas sobre su amigo de gafas. Incluso entre sus alocadas ideas surgió una algo extravagante, quizás todo esto era más como un intercambio de favores amorosos, quizás era solo un truco del de cabello bicolor para acercarse a su mejor amigo. Y no podría culparlo, por dios, que incluso él había tenido un pequeño crush con Iida cuando se conocieron en la preparatoria. Pero eso solo eran sus ideas, y estaba mal especular sin tener verdaderas pruebas.

La cercanía repentina del perfecto rostro de su estilista logró sacarlo de sus pensamientos.

—Primero que nada— continuó Todoroki. —¿Cuándo fue la última vez que te cortaste el cabello?