El brillo, moños, estampados floreados, bordados y listones, tonos claros, tul esponjoso y encajes preciosos, olanes y zapatos de tacón. Yuga Aoyama siempre gustó de la ropa bonita y adornada.
París fue el lugar que lo vio crecer durante su infancia, con sus veranos cortos y sus inviernos fríos y ventosos, con sus calles cargadas de historia, romanticismo e innovación, la famosa capital de la moda, de donde su madre era originaria. Yuga la adoraba; su cabello rubio solía recordarle al sol, reluciente y cálido, su sonrisa perfecta le transmitía todo el amor que solo una madre sabe dar, y su exuberante belleza francesa siempre resaltaba, con movimientos elegantes y gesto amable. Ella lo amaba tanto, y lucía tan feliz cuando el pequeño rubio, con algunos huecos en su infantil dentadura sonreía tan radiantemente al verse al espejo probándose su ropa. Ella dedicó su vida al modelaje, sus fotografías solían lucirse en las tiendas y siempre salía en folletos y revistas locales. Su sonrisa sincera y mirada dulce parecía embelesar a quienes la observaban, y fue quizás eso lo que encantó el corazón de su padre. Él amaba fotografiarla, luciendo tan feliz y apasionada por lo que hacía. Aun a su corta edad, Yuga admiraba el amor que ellos tenían.
Y ese amor tan cálido que siempre fue la base de su familia, fue lo que le dio las alas para seguir también él sus sueños. Quería crear ropa, tan hermosa que hiciera sentir a su madre orgullosa. Quería que ella la usara y la luciera, que presumiera con sus amistades que la bonita ropa que vestía era creada por su hijo. Y quería que su padre la fotografiara, luciendo tan libre y llena de vida, usando lo que él pudiese crear.
Pero... la vida nunca es justa.
Era aún solo un niño cuando tuvo que ser espectador de cómo la vida de la mujer que le dio la vida, aquella que lo abrazaba tan fuerte y dejaba impregnado el aroma de su perfume en su nariz, la mujer que le daba besitos para reconfortarlo y que cuidaba de él cuando estaba enfermo, su mejor amiga y confidente, se apagaba lentamente frente a sus ojos. Y con ella, llevándose el alma suya y la de su padre.
El señor Aoyama dejó su trabajo, y los recuerdos ahora dolorosos de su amor lo obligaron a abandonar el país que por tanto tiempo fue su hogar. Yuga no se había opuesto a su decisión, incluso para él era difícil vivir en esa casa, en esa ciudad tan hermosa, donde todo le recordaba a su adorada madre.
Por eso, Japón, el país natal de su padre, sonaba como una promesa de una nueva vida.
El choque cultural fue algo que él nunca esperó enfrentar. No tardó mucho en darse cuenta de lo distinto que todo podía ser. De cualquier forma tuvo que enfrentarse a la realidad.
Porque, un chico que quiere usar ropa bonita, con olanes, encaje y colores pastel, porque un chico que gusta del maquillaje y disfruta de la moda, no encaja en un mundo como ese.
Yuga se esforzó tanto por encajar, tanto por pertenecer a un lugar, tanto por ser aceptado, que empezó a perderse así mismo. Fingir una sonrisa cada vez que su agotado padre preguntaba cómo le iba en la escuela se volvió tan fácil que podría haberle ganado a cualquier actor de primera.
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No Fashion Muse! [TodoDeku]
Fanfiction¿Quieres confesarte a la chica de tus sueños, pero eres un desastre en la moda? ¿Un fanático de los superhéroes sin una mínima pizca de estilo? ¡O peor aún! ¡¿Un amante de las camisetas con frases tontas?! ¡Tranquilo, no todo está perdido! Descubre...