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Hay momentos en los que, por más exhausto que estés, no puedes dejar de sonreír aunque te lo propongas

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Hay momentos en los que, por más exhausto que estés, no puedes dejar de sonreír aunque te lo propongas. El concierto de esta tarde sigue vivo en mi mente. Acostada en mi cama, con la mirada fija en el techo, rememoro cada instante, desde el corto, pero magnífico solo de Kumiko en Hometown Sky, hasta mi dueto con Yume. Este día roza la perfección como ningún otro lo había hecho antes. Cierro los ojos sintiendo que mi sonrisa se amplía aún más.

La notificación de mensajes de mi teléfono me hace abrir los ojos de nuevo. Hay dos mensajes nuevos, uno de Yuuko y el otro de Kumiko. Obviamente abro primero el de mi novia.

20:39
Majestad, ¿podemos vernos ahora?

No respondo a través de mensajes, sino que marco su número con algo de preocupación.

—¿Estás bien, Kumiko? —pregunto tan pronto como ella contesta la llamada.

No lo sé. —Un suspiro se escucha al otro lado de la línea—. Tengo algo que contarte, y a la vez necesito verte en persona, ya que creo que así podré expresarme mejor. ¿Puedes venir?

—Claro, estaré ahí en menos de cinco minutos.

Bien, te espero en el vestíbulo de mi edificio.

Tan pronto finaliza la llamada, me pongo un par de prendas al azar para no salir en pijama y me dirijo a la puerta de mi casa.

—¿Pasa algo, Reina? —pregunta mi madre.

—Kumiko me acaba de decir que necesita verme con urgencia, pero no dio más detalles. Estoy preocupada y tengo que apresurarme.

Ella me mira consternada. Supongo que, al igual que a mí, un montón de opciones están pasando por su mente.

—De acuerdo, ten cuidado, hija.

Asiento mientras termino de ponerme los zapatos para salir.

Ideas negativas no dejan de cruzar por mis pensamientos. ¿Estará enferma? ¿Tuvo alguna discusión con sus padres? ¿Alguien intentó lastimarla luego de que nuestros caminos se separasen cuando volvimos de Kitauji esta tarde? Algo de humedad se acumula en mis ojos y no estoy segura si son lágrimas o el sudor por estar corriendo. El caso es que me detengo para limpiarla antes de que me ciegue por completo.

Apenas entrar al edificio donde vive Kumiko, la veo esperándome. Sin decir nada, me abalanzo hacia ella y la envuelvo en un fuerte abrazo. Siento algo de alivio al notar que ella me corresponde de igual manera.

—¿Estás bien? ¿Tu familia está bien? ¿Todo está en orden? —pregunto de forma algo errática.

—Estamos bien. —Kumiko rompe el abrazo, mirándome fijamente—. Como te dije en la llamada, tengo algo que contarte. Verás, Yuuko me citó hace unas horas para decirme que me ha nombrado como la nueva presidenta de la banda.

Quedo sin palabras ante esa noticia. A decir verdad, nunca se me pasó por la cabeza que Kumiko pudiera recibir tal responsabilidad. Pero pensándolo en retrospectiva, tiene algo de sentido. Mi novia hizo un gran trabajo junto a Kabe como encargada de los de primero, además de su labor en el centro de consejería, al que incluso alumnos de segundo y tercero asistían. Quisiera felicitarla, pero su rostro serio indica que ella no está muy feliz con su nuevo rol en la banda.

El desafío de ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora