Prólogo

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— ¿Estás seguro hermanito? — asintió por cuarta vez en el camino, ya había perdido casi mes y medio de clases, afectando de manera negativa a su asistencia perfecta y buenas notas

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— ¿Estás seguro hermanito? — asintió por cuarta vez en el camino, ya había perdido casi mes y medio de clases, afectando de manera negativa a su asistencia perfecta y buenas notas.

— Claro que sí, necesito las tareas y tú no haces nada. — reclamó en un semáforo rojo.

Smiley se volteó y abrió la boca ofendido. — No me hables en ese tono.

— Está en verde.

Ambos rodaron los ojos cuando dejaron de verse, Nahoya, porque según él su hermano se estaba revelando, y Souya porque su hermano era un vago exagerado sobre protector que dramatiza por todo.

Cuando llegaron, su hermano se bajó y tomó ambas mochilas antes de ayudarlo a él.

Su rostro rojo de vergüenza estaba oculto en el cuello de su hermano mayor, que lo cargaba como un niño por el instituto hasta la oficina del director para entregar el papel que pidió para estar seguro de que Souya Kawata falto por lesiones 'de asalto' y no porque quería.

En fin.

Los papeles fueron entregados, los guardo en un portafolio antes de notificar a cada maestro que el gemelo inteligente y responsable volvió.

Nahoya y él, a pesar de ser gemelos, iban a divisiones distintas. Angry asistía al 'A' y Smiley al 'C'.

Entró al salón, siendo recibido con un abrazo por el profesor de literatura mientras comentaba lo feliz que estaba den su regreso.

— Probablemente, no lo sepa joven Kawata, pero hace dos semanas Haitani Rindou fue incorporado a la clase. Toma asiento al lado de él, por favor. — explicó, rápidamente volteo y se encontró con la mirada burlona del rubio, quien tenía los pies sobre la mesa mientras se mecía sobre la silla.

Apretó el puño molesto.

— ¿Quién es Haitani Rindou, profesor? — su voz salió tranquila, serena, como si realmente no conociese a ese idiota adinerado.

Esa pregunta detuvo todo murmullo, la expresión del mencionado cambio de un segundo a otro.

— Pequeña mierda. — pensó para dejar de mecer su silla, bajar los pies de la mesa y caminar lentamente hasta el de cabellos turquesas.

No recordaba que fuese tan alto, pero no se dejó intimidar -no tanto, al menos-. El índice del rubio levanto su mentón, obligándolo a formar contacto visual.

Definitivamente, debía haberse quedado en su casa durmiendo y siendo mimado por su hermano mayor.

Mascota - RingryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora