Desaparecer

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Pregunta importante: ¿Quieren que alguien intervenga?

Si la respuesta es afirmativa, ¿Quién?

Abrió los ojos apenas, ardían tanto como las marcas en su parte trasera

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Abrió los ojos apenas, ardían tanto como las marcas en su parte trasera. Probablemente, estén rojos e hinchados y por eso no podía mantenerlos abiertos por muchos más tiempo.

Intento moverse, ahí se dio cuenta de que estaba siendo apresado, una vez más, por los brazos trabajados de Rindou. Rodeaban su cintura aferrándose a él como si fuese a desaparecer en cualquier momento.

Desaparecer.

Esa palabra, una tan sencilla que estuvo deseando desde que se sumergió en ese infierno que lo consumía lenta y tortuosamente.

Quería a su hermano, volver a comer hasta reventar a las tres de la mañana, cuando Smiley no podía dormir y por consecuencia lo despertaba a él.

— Sou, Souya — un delicioso aroma a comida recién hecha lo obligó a abrir ligeramente los ojos. — Despierta, hice ramen.

— Ahora no...

— Vamos, también hice panecillos y un pastel.

Río ante el recuerdo, bajito y comento de tener presente los cuidados de su hermano mayor.

Hermano mayor que prometió protegerlo contra todo mal, pero ¿Dónde estaba? ¿Por qué no fue a su rescate?

Seguro me abandono, pensó, así como papá y mamá, solo soy una carga para los que me rodean.

Se apegó un poco más al pecho de Rindou, intentando disfrutar su cercanía y buscar calor. Pero no pudo, ante el más mínimo roce recordaba cada caricia brusca, cada beso forzado y cada golpe que acabo en su piel.

Mordió su labio y aguanto las lágrimas, volteo su cuerpo dándole la espalda. Gimió adolorido, pero rápidamente cubrió su boca con ambas manos.

Se movió.

Tembló cuando una respiración caliente rosa su oreja, apretó los párpados al igual que los labios al sentir como un peso extra apareció sobre su cadera.

— ¿Mi bebé quiere otra ronda?

No.

No.

— Estoy cansado. — murmuro. Rindou se aferró más a él y tragó saliva, quería vomitar, aún apestaba a cerveza, perfume de mujer, cigarrillos y algunas hierbas que le recordaban a Sanzu.

— Entonces deja de moverte porque te mataré.

Uh, no sonaba tan mal.

Asintió volteando su cuerpo, dándose el gusto (o disgusto, quién sabe) de acurrucarse contra el pecho fornido del rubio.

Asintió volteando su cuerpo, dándose el gusto (o disgusto, quién sabe) de acurrucarse contra el pecho fornido del rubio

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Abrió sus ojos cansados, picaban y ardían al igual que su garganta. Se sentó con cuidado, evitando los movimientos bruscos para no gritar de dolor por la puntada que recibía su trasero.

Se destapó con cuidado, inhaló y exhaló profundo antes de levantarse de la cama. No hizo ruido alguno, aun cuando desde lo más profundo de su corazón deseaba lloriquear por el dolor que recorrió su cuerpo ante el movimiento.

Avanzo desnudo, a paso lento e inseguro. No quería hacer ruido y despertar a su indeseado acompañante; si es que seguía allí, realmente no se atrevió a girar la cabeza para confirmar su asistencia en la cama.

Cerro los ojos aliviado cuando agarro la perilla del baño, la giro a la derecha y ahí noto que estaba asegurada. Giro su cabeza temeroso, la cama estaba vacía y en el suelo estaban sus ropas y las de Rindou.

Sudo frío cuando la puerta se abrió.

No necesito verlo para saber que estaba molesto.

— Entra.

Mascota - RingryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora