Perdón

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¡! Aviso: este capítulo puede ser considerado de "relleno" ya que trata únicamente de Smiley.

¡! Puede tener menciones de Angry o Rindou, pero no sé centrará en ninguno de ellos.

¡! Sentite libre de saltarte el capítulo si así quieres, no tendrá mayor relevancia.

Sus manos temblaron, podía sentir la mirada fija del más alto sobre su persona, pero no se atrevía a verlo a la cara

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Sus manos temblaron, podía sentir la mirada fija del más alto sobre su persona, pero no se atrevía a verlo a la cara. Era débil ante él ¡Y como no! Lo quería tanto que no era capaz de mentirle a la cara, prefería agachar la cabeza y evadir esa mirada profunda.

Ambos estaban en silencio, al igual que la cafetería en la que lo había citado, estaban ellos dos solos; incluso los empleados fueron al cuarto de servicio con tal de no soportar la tensión del ambiente que creo al soltar la bomba.

— Mírame, Smiley. — trago duro. No, no lo haría.

Jugo con sus dedos sin levantar la cabeza y continuo hablando. — En serio, deberíamos terminar... Esto no está funcionando y no-nos lastimaremos si seguimos juntos. — su voz tembló, el nudo en su garganta crecía aún más y sus ojos picaron.

— No te consideraré una maldita palabra hasta que me mires a la cara, Nahoya. — su voz era baja, tranquila y serena. Lo conocía bien, sabía que estaba aguantando las ganas de tomarlo del abrigo que cubría su cuello y gritarle que le dijera la verdad.

— No lo hagas más difícil, por favor. — apretó los párpados cuando escucho como el otro se levantaba y caminaba. Por un momento pensó que se iría, pero la silla en la que estaba fue movida con brusquedad y su actual pareja se arrodilló ante él, tomo sus manos y las acaricio.

— ¿Qué pasa cariño? Has estado extraño últimamente. — susurro sin soltarlo. Nahoya sollozo. — No quieres que te toque, bese o cualquier tipo de contacto físico.

Los labios del Kawata temblaron cuando los separo, seguido su cuerpo entero al intentar articular una palabra. Muto acunó su rostro y lo acaricio, buscando calamar al menor con cariño. Sabía que hacer si quería que su amado novio se tranquilice.

— Pe-perdón. — hablo por fin antes de saltar sobre él y buscar su protección. Se acurrucó en los brazos del otro, necesitaba un abrazo; que alguien acaricie su cabello y le diga que todo estaría bien, que pronto podría volver a tener noches de películas con su gemelo o a verlo paseando por la casa.

— ¿Por qué? ¿Qué paso? — hablo preocupado, Nahoya no lloraba en lugares públicos y menos se disculpaba, además, se aferraba a él como si no se volvieran a ver.

Todo era tan raro...

— Y-yo fu-fui- — la voz rota fue interrumpida cuando la campanilla de la tienda hizo ruido. Smiley se aferró más a él, por inercia, lo abrazo y frunció el ceño cuando reconocía esa mirada amatista, cansada pero burlona.

— ¿Ya le dijiste, bebé? — Muto arrugó aún más las cejas al escuchar ese apodo ¿Qué traía entre manos ese estúpido? — Me cansé de esperar. — se quejó tirando del cabello rizado, Nahoya reprimió un quejido.

— Cinco. — murmuró. — Cinco minutos más. — pidió, más bien, rogó al recién llegado.

— ¿Cinco minutos más? — se burló soltando su cabello antes de tomar su brazo. — Dijiste solo treinta minutos, cariño, llevan una hora y media sentados en silencio, sin decir ni mierda. — tiro de la extremidad ajena esperando que el rubio alto lo soltará, cosa que claramente no sucedió.

— ¿Se puede saber de qué hablan? — intervino afianzando el agarre; nadie se iría de ahí hasta aquel no reciba una explicación adecuada.

Ran suspiro harto y paso una mano por su cara antes de hincarse a la altura de Muto.

— Escucha amigo — empezó, el aludido chasqueo la lengua ante el apodo. —, seré directo. — aclaro su garganta y tomo una vez más el cabello de Nahoya, quién mordía su labio nervioso. — Pelusita te fue infiel ¿De acuerdo? Se aburrió de ti y fue corriendo a buscarme al darse cuenta de que no tienes lo que necesita ¿Contento? — Muto apretó los labios, incrédulo. — Ahora suelta a mi pareja.

— Mientes. — negó apretando más al menor contra su pecho. — Nahoya jamás buscaría a alguien como tú.

— ¿Jamás? — se burló bajando el cierre del abrigo del más bajo. — Entonces dime, estás marcas en su bonito cuerpo, no dejaste tú, ¿Cierto? — atacó tirando de su cabello hacia atrás, obligándolo a levantar la cabeza, dejando ver todos los chupones y mordidas recientes. — ¿Quién crees que fue? ¿Kakucho?

Ran reía entre dientes, Muto no despegaba la mirada de su cuello y Nahoya lloraba en silencio.

— Vamos pequeño, dile quién fue. — incentivo el de trenzas.

— Ran. — su voz era débil, no quería admitirlo, pero jamás se vio capaz de mentirle a la cara a su pareja. Muto arrugo la nariz viendo la sonrisa burlona del joven de trenzas. Lo sabía, Smiley no mentía, pero, tampoco se veía a gusto con la situación.

Simplemente, lo soltó, permitiendo que el Haitani mayor tire de su brazo hasta sacarlo del establecimiento. La puerta se abrió y juro escuchar un leve perdón.

Dejo el dinero en la mesa y corrió a la puerta, buscando con desespero a la pareja, no podía tragarse el cuento de que Smiley, su Smiley fue a buscar a esa víbora por gusto.

Algo pasaba y tenía que saber que era.

Mascota - RingryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora