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Tocó la puerta con insistencia, casi desesperado, sin dejar de ver a sus costados. En cualquier momento alguien podría salir de los árboles que rodean la residencia o de la propia solo para intentar matarlo.
Escucho unos pasos desde la izquierda; golpeó más fuerte (¿Por qué tardaba tanto?), su puño sangraba leve por el maltrato, pero no se detuvo.
Una rama rompiéndose a su derecha lo chillar.
— ¡Habré la puta puerta! — grito cuando un encapuchado disparo en su dirección, girando la cabeza justa a tiempo para que la bala de bronce se incruste en su frente cubierta por una fina capa de sudor frío.
Abrió los ojos exaltados y accidentalmente despertó a su indeseado acompañante.
— ¿Otra pesadilla? — murmuró el de cabellos grisáceos, Hakkai giro horrorizado y conecto con los orbes de Mitsuya, que abría los ojos perezosos aferrándose a su cintura.
— Sí. Lo lamento. — respondió bajo acomodándose otra vez entre las sábanas calientes.
— No te preocupes Kai — respondió acercando el rostro al cuello del más alto. —, estoy aquí para protegerte.
Para su alivio y paz, Takashi volvió a dormir casi al instante.
Cerro los ojos y recordó.
“Cuatro de agosto, tres de la mañana.”
Debía salvar a su amigo, pero antes, debía hacer algunas llamadas.
Rindou termino de guardar las cosas que llevaría en su valija y la cerró. Siempre bajo la atenta y curiosa mirada de Angry.
— ¿A dónde vas? — pregunto nervioso, jugando con sus deditos para no hacerce ideas erróneas.
No, no y no.
No, él no podía abandonarlo también ¿Verdad?
Se lo prometió en pleno acto carnal (no es que significará mucho para el, realmente); le dijo que se quedarían juntos, pero ahora se arreglaba el cabello delante del espejo ignorando sus constantes llamados.
— Rin — nombró apretando los labios intentando no gemir de dolor. — Rindou, desátame, me duele.
Sollozo e hizo ruido con la cadena corta que lo ataba a la cama, en un intento vago de acercarse al más alto o siquiera llamar su atención.
Estiró el brazo cuando estuvo cerca; agarro la manga izquierda que cubría los rasguños de la noche anterior.
Finalmente, captó su total atención. La mirada fastidiada de Rindou miro su manito temblante y subió hasta sus ojitos llorosos: pasando por las muñecas marcadas; más clavículas adornadas por mordidas pintadas de sangre seca y pequeños chupetones violáceos; en su cuello (apenas visible) una enorme marca violeta dónde estuvo su mano; en un ataque de ira a media noche, casi lo mata.
Sus pequeños labios partidos por los besos bruscos temblaban dejando escapar, apenas audibles, gemidos de dolor; las mejillas rojas por los golpes tenían un rastro seco de lágrimas.
Al chocar con los ojos azules chasqueo la lengua, se sentó al lado de él y acaricio su cachete con dulzura.
— Levanta el cuello, bebé. — hablo rebuscando entre sus bolsillos. Souya obedeció ansioso de ser liberado. La llave de oro dió tres giros en la cerradura y finalmente fue liberado.
Al ser suelto, brinco de la cama y huyó hasta la puerta abierta sin cerrarla.
— ¡Maldita perra, vuelve aquí! — grito cuando el azote de una puerta lo saco del shock.
Salió de la habitación y aceleró el paso hasta las escaleras; el estúpido de Ran estuvo esa mañana para buscar o hacer alguna mierda y no cerró con llave la maldita puerta principal; por algo mantenía a su perra atada.
Agarro las llaves de su bolsillo y aseguro la madera antes de salir. Únicamente para subirse a toda velocidad al auto y encenderlo. Desbloqueo su celular con ganas de soltar sarta de insultos a su estúpido hermano mayor.
— ¿Qué mierda te crees para hablarme así? — pregunto molesto interrumpiendo al menor.
— ¡Dejaste la maldita puerta abierta y Souya escapó, imbécil de mierda! — reclamó. — ¡Carajo! — se quejo cuando noto que no tenía gasolina.
— ¿Me estás jodiendo? — el murmullo de la otra línea lo detuvo.
— ¿Y ahora qué mierda pasa?
— Nahoya — hablo. —; deje a Nahoya está mañana en la habitación.
— ¿La cerraste?
— Sí, no, no sé — el de lentes suspiro. —. No me acuerdo.
— ¿Cómo que no te acuerdas?
— Salí apurado, pero, lo drogué.
— Escúchame — renegó saliendo del auto. —: busquemos a esas putas y después veremos qué hacer con el estúpido encargó de Mikey.
Colgó la llamada sin esperar respuesta, busco su vieja moto y encendió en motor sobre ella solo para avanzar a toda velocidad a la casa del amigo alto de su pequeño.
El celular vibraba cómo loco en su pantalón, probablemente era Mikey, insistiendo en hablar con él por su demora en llegar al aeropuerto; podía irse a la mierda él y su intento ridículo de mafia, su prioridad es -y siempre será- Souya.
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Mascota - Ringry
FanfictionRindou ingresa a la escuela de Souya, quien apenas se había reincorporado aún con el brazo roto.