Capítulo 7

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No fue fácil convencer a la doctora Arias de que se desprendiera del diario de Kara. Su objeción inicial fue que el trabajo del finado arqueólogo había sido patrocinado tanto por la Universidad de Harvard como por la de Cambridge, y que, legalmente, sería necesario obtener autorización por escrito de los departamentos de becas de ambas universidades antes de entregarle a ella cualquier tipo de documentos de investigación. Lena replicó diciendo que necesitaba tener acceso a dicho diario, no sólo para realizar correctamente su trabajo, sino también para ganarse la confianza de Kara Zor-el. Una tarde entera de llamadas telefónicas a los jefes de cada departamento de Harvard y de Cambridge confirmó que dicho diario era más un recuerdo que un documento científico y que Lena podía hacer uso de él como quisiera, siempre que no difundiera ninguna información. Arias accedió por fin, y al final del día sacó el diario, un libro de cinco centímetros de grosor, que entregó a Dominique tan sólo cuando ésta le firmó el documento de cuatro páginas en qué se comprometía a no divulgar la información contenida en el mismo.

Para cuando Lena entra e el oscuro garaje del rascacielos, ya ha dejado de llover. Desactiva el motor del automóvil y se queda mirando la imagen fantasmagórica que aparece en el visor inteligente del parabrisas. La imagen que proporciona la cámara de infrarrojos que va montada en la parte delantera del radiador del deportivo confirma que el garaje se encuentra vacío.

Lena sonríe al pensar en su propia paranoia. Toma el anticuado ascensor hasta el quinto piso y sostiene la puerta abierta para que puedan entrar la señora Eliza y su miniatura.

El piso de un solo dormitorio que era propiedad de sus padres adoptivos se encuentra al final del pasillo, la última puerta a la derecha. Cuando está introduciendo el código de seguridad, se abre la puerta que tiene a su espalda

-Lena, ¿qué tal tu primer día de trabajo?

El señor J'oonz la abraza con una cálida sonrisa que asoma. Ellos son amigos íntimos de sus padres. Lena los conoce desde que la adoptaron, hace casi 20 años.

-Mentalmente agotador. Me parece que me voy a saltar la cena y a darme un baño caliente.

...

Lena se despide de él con la mano y observa cómo corre por el pasillo.

Lena entra en el apartamento y abre las puertas del balcón para dejar que penetra la brisa del mar y llena el aire rancio de la habitación con una ráfaga de aroma a sal. El chubasco de esa tarde ha ahuyentado a la mayoría de los aficionados a la playa, pero enseguida cambia de idea. Se sirve una copa de vino de una botella abierta que tenía en la nevera, se quita los zapatos en un par de patas y regresa al balcón. Deposita la copa sobre la mesa de plástico y se tiende en la tumbona para estirarse sobre la blanda colchoneta.

El insistente mantra del oleaje enseguida empieza a surtir efecto. Bebe el vino despacio, con los ojos cerrados, y su mente regresa al encuentro con Kara Zor-el.

Cuatro Ahua, tres Kankin.

Los pensamientos van transformándose en un sueño. Está de nuevo en las tierras altas de Guatemala. Ambas están de rodillas, trabajando en la recolección de cebollas bajo el sol de las primeras horas de la tarde. Desde el algo Atitlán sopla una brisa fresca, el xocomil. Le pequeña escucha atenta la voz áspera de la anciana. «El calendario nos fue legado por nuestros ancestros olmecas, cuya sabiduría procedía de nuestro maestro, el gran Kukulcán. Mucha antes de que los españoles invadieran nuestra tierra, el gran maestro nos dejó la advertencias de desastres que estaban por venir. Cuatro Ahua, tres Kankin, el último día del calendario maya. Ten mucho cuidado con ese día, mi pequeña. Cuando llegue el momento, debes hacer viaje a casa, pues el Popol Vuh dice que sólo aquí podremos ser devueltos a la vida.»

Lena abre los ojos y contempla el negro océano. Bajo la luz de la luna, parcialmente cubierta, se distinguen las crestas de alabastro que forma la espuma.

Cuatro Ahua, tres Kankin: 21 de Diciembre de 2012.

El día del juicio final profetizado para la humanidad.



Hola, ¿qué tal, qué les parece?

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