📌 C A P Í T U L O 1

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Dormir: Acto en el cualquier ser vivo cierra los ojos y se pierde entre los brazos de Morfeo por un determinado lapso de tiempo.

Por ninguna razón compartan dormitorio con una pelirroja que se llame Cassidy y tenga un escurridizo hámster como mascota, si lo que quieren es dormir sin problema, claro.

Eran las siete con treinta de la mañana y estaba en la—poco efectiva—búsqueda de una pequeña bola de pelos blanca, que por alguna extraña razón decidió abandonar su jaula para aventurarse en el pequeño y desordenado espacio del dormitorio. Y eso que allí tenía comida, agua y una rueda en la que podía jugar todo el rato hasta hartarse de su existencia.

Pero, no. Tenía que complicarme la vida.

Estúpido y malagradecido, Borlita.

—¡Nene, ven con Mamá! —Lo llamó Cass. Estaba de rodillas en el piso mirando debajo de su cama— No lo veo, Mad.

—Si no lo ves es porque... no está aquí— Le di unas palmaditas al colchón, justo a mi lado —Ven. Durmamos un pequeño ratito...

—Mad, no vamos a dormir—replicó.

—Pues, yo sí.

Tuve toda la intención de esconderme debajo de la sabana... hasta que me la quito de un jalón.

—Es nuestra responsabilidad que este bien— me regañó—. Levanta ese feo culo y ven a ayudarme.

Lo hice de mala gana.

—Primero, tú lo adoptaste. A mí no me otorgues ninguna responsabilidad. Odio a esa cosa.

—Pero, si él te adora.

Sí, claro.

—Y segundo, —puse mis manos en sus hombros cuando la tuve en frente. — ¡Tengo sueño! Esa cosa está aquí, no es como que si fuese a morir y...

—¡No digas eso ni de broma!

La voy a asfixiar con la almohada.

—Ok, ok. Nada de muerte —me reí—  Pero ¡En serio es muy temprano para hacer esto, Cass!

—Encontremos a nuestra mascota, anda. —Demandó, haciendo énfasis en una palabra con exactitud.

Suspire en busca de paciencia.

Empecé a mover las cajas llenas de telas e implementos de costura con la esperanza de que el hámster anduviera por ahí. Cass ya debía de buscarse un nuevo taller, nuestro dormitorio empezaba a parecer un basurero y eso que apenas habíamos regresado hacia una semana. Yo no era la reina del orden, pero tenía un límite con el desorden y ella ya empezaba a superarlo con tanta cosa.

Mi teléfono empezó a vibrar con una llamada entrante.

—¿Estás despierta a esta hora? —preguntó Verónica cuando tomé la llamada.

—No, Vero. Te habla mi gemela malvada.

—Veo que amaneciste de un excelente humor —dijo con sarcasmo— ¿Se puede saber qué te pasa?

—El estúpido hámster está perdido y Cass me obliga a buscarlo—le expliqué.

—Me alegra tanto que ya tengas objetivo para odiar por el resto del día.

—Verónica...

Había sonado muy aliviada... casi como si se salvara.

—Mi primo llega hoy y... puede que le haya dicho que ustedes lo recibirán por mí ¡Juro que te lo compensaré!

Una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora