Cinq

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ㅡHonnie...

Había silencio dentro de la habitación. Los padres de Minho habían traído galletas y jugos de manzana en cajitas para ambos infantes, pero el de cabellos negros no quería hablar con Chan aún.

Chan sintió como sus ojitos se llenaban de lágrimas y sollozó.

Él realmente quería hablar con el menor.

La puerta se abrió levemente y un curioso Minho observó al de cabellos rubios.

ㅡChan, ¿por qué lloras?

ㅡPorque tú ya no me vas a querer nunca más.

ㅡYo sí te quiero, sólo no quiero que vuelvas a hacer lo que hiciste.

ㅡ¿Entonces aún somos amigos?

ㅡSip, de los que comparten galletas.

Ambos niños llevaron los jugos y galletas hasta la mesita de la habitación de Minho.

Comieron y Chan intentó hacer reír a Minho con algunos chistes que había oído en la escuela. Sabía que el de cabellos negros nunca había ido a la escuela.

ㅡHonnie, ¿Por qué te habías enojado?

ㅡNo quiero abrazos, nop nop.

ㅡ¿Por qué?

ㅡNo me gustan.

ㅡOh, está bien.

Chan le sugirió que fueran a ver caricaturas a la sala de estar mientras los padres de Minho volvían de las compras.

Pero cuando iban caminando, Chan se detuvo y dio un saltito emocionado.

ㅡ¡Tengo una idea!

ㅡ¿Qué cosa?

ㅡYo te ayudaré a que te gusten los abrazos, así iremos a la escuela juntos y yo te cuidaré.

ㅡ¿Cómo harás eso?

El pequeño Minho lo miraba ladeando la cabeza, algo confundido por todas las cosas que decía Chan. El chico hablaba mucho todo el tiempo.

ㅡNo lo sé aún, pero quiero ayudar. Iremos despacito, de a poquito. Como pasitos de pingüino.

Chan imitó los cortitos pasos de los pingüinos y Minho rió a carcajadas.

A Minho le gustaban los pingüinos.

Pasitos de Pingüino - Minchan. ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora