Quarante huit

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Minho y su madre fueron a despedir a Chan al aeropuerto.

Iba con un grupo de chicos, pero Minho no recordaba el nombre de ninguno y se sentía algo avergonzado.

Aún faltaba media hora para que él castaño subiera al avión.

El más alto estaba sentado con Chan algo alejado de los demás, hablando sobre qué era lo que el mayor haría al empezar la gira.

—Minho, mira. —Chan sacó de su mochila una cajita con una cinta de color azul, recordaba que cuando eran niños el de cabellos violetas le había dicho que le gustaba ese color.

Minho se sintió un poco confundido, pero la abrió. En el interior había dos collares, ambos de pingüinos, pero con diferentes piedritas brillantes en ellos.

—Channie, no hacía falta.

—Si, era necesario porque no nos veremos, así podrás recordarme. Ese de ahí...— El castaño apuntó al que tenía la piedrita de color verde azulado.— ...Es tuyo, la gema se llama Amazonita y ayuda a calmar la ansiedad y los miedos.

Chan sacó el collar y se acercó al otro para rodear su cuello con la cadena.

—Y este es mío, la gema es la Azurita. No permite la tristeza y fortalece las emociones. También ayuda con el estrés, por lo que quizá la necesitaré.

Ambos rieron levemente.

—Te extrañaré mucho, Channie.

—Y yo a ti, pero siempre estaré al pendiente de ti. Nos veremos más pronto de lo que crees.

Pasitos de Pingüino - Minchan. ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora