Pasitos de Pingüino - Minchan. ADAPTACIÓN

Soixante (Épilogue)

Quizá no era lo mejor que podría habérsele ocurrido para sorprender a Chan el día de Navidad, pero estaba muy contento con el resultado. Jeongin estaba acomodando los adornos del árbol mientras Minho ponía luces a lo largo del salón; se notaba la dedicación en cada cosa, lo bonito que se veía aquel lugar a pesar de ser un espacio no muy grande demostraba que el cariño lo podía todo.

Minho le pidió a Jeongin que fuera a cambiar su ropa, puesto que ya casi sería hora de cenar y Chan llegaría en cualquier momento.

Acomodar los regalos bajo el árbol fue sin duda lo más emocionante del mundo para Minho. El pequeño amigo que tenía había estado mirando un tren en el centro comercial siempre que pasaban por fuera de la tienda, y ambos jóvenes habían ahorrado todo lo que podían hasta que pudieron comprar uno para él.

Minho esperaba que esa Navidad fuera perfecta, así que no podía encontrarse más feliz.

Chan llegó a las 10 de la noche en punto, justo cuando Minho servía la comida en los platos.

— Lo siento, me demoré un poco más porque tuve que ir a buscar algo, ¿Cómo estás hoy, Jeongin?

—Bien, Honnie y yo hicimos un árbol de Navidad muy muuuy grande en la sala.

—Está muy bonito. . . Minho, ¿Puedes venir conmigo un segundo?

Jamás hablaban de esos temas cuando estaban con el pequeño, pero ahora Chan necesitaba decirle a Minho lo que el médico y la policia le habían dicho sobre el pequeño. Llevaban unas semanas tratando de averiguar el por qué Jeongin había terminado en un hogar de menores, y esa investigación había dado sus frutos esa mañana.

— Minho, Jeongin ha sufrido mucho, como temíamos. Fue abandonado por su madre el día de su cumpleaños en un parque de diversiones, por lo que sabía la persona del hogar. Poco tiempo después de haber llegado allí, todos los niños lo molestaron y lo golpearon hasta que ya no dijo nada, escapó una semana antes de que Felix lo encontrara.

—Entiendo...

Minho miraba el piso, jugando con sus manos de manera nerviosa, pero no podía ponerse así. Debía estar bien y feliz para que Jeongin se sintiera seguro con ellos, para que pudiera disfrutar una Navidad como si fueran una familia. Le sonrió a Chan, diciéndole que entre los dos saldrían adelante y lograrían que Jeongin fuera el niño más feliz del mundo si se podía.

Cenaron en la tranquilidad de una noche sin inconvenientes. El pelinegro miraba el reloj ansioso, ya quería que fuera medianoche. Sólo eso quedaba esperar, porque ya había llamado a Felix para desearle una feliz Navidad en donde quiera que estuviera y podría jurar que escuchó la voz de Hyunjin también al otro lado del teléfono. Seguramente habían decidido paras las fiestas juntos lo cual alegraba mucho el corazoncito de Minho.

Sentados en el sillón, mirando como Jeongin se emocionaba al ver una película sobre pingüinos, ambos jóvenes notaron que faltaban pocos minutos para media noche. Y no, no le prohibirían al pequeño abrir sus regalos. A Minho no le importaba que la tradición fuera abrirlos en la mañana, él quería ver el brillo en los ojos del pequeño al ver su juguete nuevo.

Chan no le había comentado a Minho que tenía un regalo especial para él, pero ahí se encontraba. Una cajita pequeña, envuelta en papel de regalo con pequeños pingüinitos, bajo el árbol de Navidad. Casi escondido.

—Honnie, Chan-Hyung ¡Es hora de abrir los regalos!

Minho se agachó a la altura del pequeño y le entregó la gigantesca caja para el sólo. No tardaron mucho en romper el papel entre los dos, y Chan no podía asegurar cuál de los dos se encontraba más emocionado. El tren hizo su aparición triunfal mientras Jeongin parecía no poder creer lo que estaba viendo. Jeongin nunca había recibido un regalo tan enorme y bonito, era lo que más quería y ahora estaba ahí frente a él.

—¿Te gusta? Chan y yo pensamos que podías jugar con él hoy mismo aquí, podemos poner las vías y te ayudaremos a-...

—¡Honnie!

El castaño se quedó mirando la conmovedora escena, Jeongin se había tirado a los brazos de Minho de manera espontánea y el más alto quedó tan sorprendido como Chan. Sus brazos rodearon el menudo cuerpo ligeramente y se permitió dejar escapar ligeras lágrimas de felicidad, alivio y quién sabe cuantas emociones más que sintió en ese momento ¿Así se había sentido Chan el día que él lo abrazó? Tenía un pequeño mundo justo entre sus brazos, un mundo frágil e incomprendido que acababa de depositar su cariño en él. Chan se les unió momentos después, para luego darle paso a la misión de armar las vías del pequeño tren para jugar.

No eran una familia común, sólo eran dos chicos y un pequeño que había llegado en busca de su ayuda.

Un chico con miedos y otro con una manera de ayudarlo.

Jeongin aún tenía regalos bajo el árbol para él, de Felix, Hyunjin y sus nuevos amigos de la clase de Minho. Pero Chan quiso que Minho abriera el suyo primero, sip, esa diminuta cajita que contenía quizá lo más importante de todo el universo, al menos de su pequeño universo.

—Este dice...Que es para Honnie.

—¡Honnie, tienes un regalo!

— Sí, Jeongin. Pero tú tienes muchos más.

Minho tomó la cajita entre sus delgados dedos y quitó el moño para ver su interior.

Un anillo.

"No es el más bonito, ni el más caro, ni el más buscado por el mundo. Pero está todo mi amor allí. Prometí que lo tomaríamos despacio, en pequeños pasitos de Pingüino como los que están grabados en el interior del anillo, pero aún así... ¿Quieres casarte conmigo, Honnie?"

¿Quién habría pensado que ese chico que ni siquiera era capaz de ir a la escuela, terminaría encontrando todo lo que necesitaba gracias al pequeño niño de cabellos rubios que entró un día a su casa?

***

Bueno, ya hemos llegado al final de esta adaptación! Espero que os haya gustado esta historia tanto como a mí.

La autora hizo una serie de preguntas y respuestas sobre ella y los personajes y quería preguntar si queréis que adapte y publique eso también o no. Yo hago lo que me queráis <3

¡Nos vemos en otra historia!