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jueves 17 de octubre de 2019, 21:38

El ruido de llaves siendo introducidas en una cerradura sacó a Mireya momentáneamente de su ensimismamiento. Pestañeó y lamió sus labios mientras entraban a la casa.

El olor le resultaba familiar y extraño, estaba en casa pero no sentía la antigua urgencia de acariciar los muebles de madera vieja, aspirar el incienso que su madre ponía en todos los rincones de la casa, ir al jardín trasero y sentarse en los columpios chirriantes y oxidados...

- Buenas noches, ya hemos llegado - anunció su padre a sus invitados.

Los Núñez esbozaron una triste sonrisa, se notaba como tiraba de las mejillas, sus labios tan secos como los de Mireya. La señora Núñez se levantó, retocándose el pelo y saludó a Mireya. A su lado, su esposo hizo lo mismo. Mireya asintió con la cabeza en respuesta a sus saludos y se separó de todos para ir a su cuarto.

Escuchó el pequeño golpecito de la puerta al cerrarse detrás de ella y se quedó mirándola unos segundos que parecieron no tener fin. Mireya había perdido completamente el sentido del tiempo, el día le parecía eterno, pero llegaba la noche y pensaba en lo rápido que cambiaban los números que la gente de hace ya miles de años había creado. Casi no dormía, no estaba consciente de la hora. Claro está que por la comida que le traía su abuelo podría haberse hecho una idea, pero no razonaba, era como si no tuviera tiempo para eso, demasiado ocupada en pensar otras cosas. El problema estaba en que no pensaba en lo absoluto.

Se distanció de la puerta, dando un paso atrás en la oscura habitación, solo iluminada por un rayo de luz proyectado por la luna menguante presente esa noche. Sin ser consciente de su cuerpo, y a la vez siéndolo más que nunca, se sentó en la cama y miró por la ventana hacía el patio trasero. Casi juró ver el rastro de dos niñas que reían mientras se balanceaban en los columpios, luchando para ver quién llegaba más alto...

Tomó una fuerte respiración, el sol iluminaba su visión y tardó unos segundos en acostumbrarse. Cuando miró a su alrededor se percató de que la foto de Chloe no estaba. Se levantó de golpe, mareandose, y removió todo el escritorio. Dejó caer al suelo varios objetos que no captaron su atención. No estaba, ¿porqué no estaba?

Escuchó el aire siendo rasgado rápidamente a su lado.

- Mireya, ¿qué pasa? - su padre entró a la habitación - ¿Por qué estás tirando cosas?

- No está, no está, no está...

- Tranquilízate, ¿qué no está?

- La foto, ¿por qué no está la foto?

- Mireya... Estamos en casa. La foto está en el piso del abuelo.

La chica levantó la mirada del escritorio, solo para ver su antigua habitación, posters de cuando era pequeña que todavía conservaba, su cama hecha, su armario lleno de ropa colorida que le quedaba pequeña...

Respirando irregularmente cerró los ojos y pensó algo, por primera vez en días. «Casa» dijo «Casa, estoy en casa» repitió. Abrió los ojos pestañeando varias veces, volviendo a la realidad, su cerebro volvió a blanquearse.

- Son ya las ocho, ¿quieres bajar a desayunar? - preguntó

Mireya no dijo nada, tampoco se movió. Su padre dejó la puerta abierta y salió rumbo a la cocina. Sin decir nada, ella le siguió.

Después de desayunar en silencio, Mireya subió a su habitación, sin saber exactamente qué era lo que iba a hacer. Se sentó en la cama y fijó su vista en un punto fijo.

Una hora.

Dos.

Tres.

Escuchó voces en el piso de abajo, pero no prestó atención.

Cuatro.

Cinco.

Seis.

Alguien llamó a la puerta, y esta se entreabrió un poco. Su madre metió la cabeza el el cuarto y susurró:

- Vamos a comer, yo y Amanda hemos preparado pollo al'ast. Tiene muy buena pinta.

Mireya se limitó a asentir. Su madre sonrió satisfecha y sacó la cabeza de la habitación.

Se levantó con una respiración profunda, notaba su corazón latir en su pecho, lentamente. Bajó despacio las escaleras y se sentó en una silla.

La comida transcurrió igual que el desayuno. Igual que lo haría la cena, horas después. Y el ciclo se repetiría por los próximos dos días.


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Nota de la autora: Los capítulos se van alargando a medida que transcurre la historia, tengo algunos capítulos más escritos y es muy probable que publique de golpe algunos seguidos. Pero como nadie lee esto no importa mucho. Bueno, si alguien lo lee que deje algo, un comentario, un voto, pero haced acto de presencia por favor!! Enserio lo agradecería mucho. 

Acepto consejos y aportaciones para mejorar la historia. 

Chaoo

El caso ChloeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora