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- Mirabel, ¿Puedo pasar? - preguntó Julieta una vez más, llevaba al menos media hora esperando una respuesta de su hija; habían pasado todo el día buscándola por el pueblo.

No obtuvo respuesta, de nuevo.

Julieta solo quería ver cómo se encontraba su hija, y si estaba triste, consolarla de la mejor manera posible.

Ella, al igual que toda la familia, estaban preocupados por la menor, la manera en que hubo sido acusada por Alma había sido demasiado, incluso para un adulto con la madurez suficiente como para saber que se equivocaba.

Cansada de esperar, Julieta decidió llamar una vez más, y cuando no volvió a obtener respuesta, abrió la puerta con gran sigilo, esperando encontrar a su hija sentada en su cama, llorando.

Ojalá hubiera sido aquello lo que hubiera encontrado.

Ella no estaba preparada para lo que sus ojos estaban a punto de ver, aquella imagen perturbadora se quedaría en su mente por siempre y la atormentaría por el resto de sus días.
Su hija, Mirabel, yacía en el suelo, a su alrededor había un gran charco de sangre y bolas de papel mascadas; ella se encontraba boca abajo, y no tenía señales de vida.

El terror invadió a Julieta y al momento se quedó paralizada, comenzó a temblar.

La mujer gritó desgarradoramente y cubrió su boca con ambas manos, horrorizada por el estado en el que se encontraba la castaña.

Aquel grito resonó por toda Casita.

De manera instantánea, la madre de la difunta Mirabel comenzó a llorar, se acercó de forma rápida al cadáver y lo giró para poder ver su rostro, el cual, se encontraba rojo por la sangre que aún brotaba de sus labios, sus ojos, antes llenos de alegría y dulzura, ahora estaban cerrados e inexpresivos.
La bella blusa que ella misma había bordado estaba empapada en sangre, y sus lentes, los cristales de estos, estrellados.

El dolor de ver a Mirabel así se expandió por el cuerpo de su madre, quien gritó aún más fuerte con terror, pero sin soltar el cadáver.
Sus gritos llamaron la atención del resto de la familia –excepto Alma, quien estaba demasiado enfadada con la fallecida–, quienes se apresuraron a ir al lugar de donde provenían, todos llegaron a la habitación de Mirabel, y al verla muerta, quedaron petrificados.

Agustín, al igual que Julieta cuando había visto la escena, soltó un grito de dolor al mismo tiempo que las lágrimas corrían por sus mejillas y se acercó, seguido de otro grito de parte de Isabela y gemidos de Luisa.

- ¡Mirabel! - masculló Julieta mientras envolvía a la menor entre sus brazos, quien fué abrazada por Agustín.

Isabela y Luisa se abrazaron entre ellas y comenzaron a llorar desconsoladamente, su hermana menor estaba muerta, justo cuando estaban llevándose bien.

La familia de Pepa simplemente se quedó estancada en la entrada de la habitación, Dolores, al reaccionar, se llevó al pequeño Antonio a su habitación, le contaría un cuento para dormir, él era demasiado inocente para ver aquella escena.

- ¡No! ¡Ella no puede estar muerta! - gritó Camilo al procesar lo que sus ojos veían, comenzando a llorar, el rizado fue incluído al abrazo de las hermanas de Mirabel al instante.

- esto no puede ser cierto - murmuró Pepa con los ojos inundados en lágrimas, una nube gris cargada de agua apareció sobre su cabeza, la cual, comenzó a soltar su agua al mismo instante en que la peli-naranja a llorar, siendo abrazada por su esposo.

Todos en el lugar lloraban desconsoladamente, la Madrigal más carismática y entusiasta de todos había muerto, era algo que ninguno quería aceptar.

- no, no, no - se negaba Julieta a creer que su hija había muerto, cada vez apretaba más el cuerpo de la morena, quien comenzaba a palidecer.

𝐌𝐚𝐫𝐢𝐩𝐨𝐬𝐚𝐬 𝐃𝐞 𝐏𝐚𝐩𝐞𝐥 | Encanto AU | Two-shot | Mirabel Madrigal ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora