Capítulo uno: Bailarina

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Samantha

Salí del ambiente de mi trabajo para que el exterior me recibiera con la calidez de la lluvia, las incesantes gotas de agua que chocaban y resbalaban por todas las superficies de los autos, casas, edificios y los abrigos de agua de las personas que caminaban por las calles de la ciudad de Nueva Orleans.

Disfrutaba caminar bajo la lluvia, la familiar sensación del agua en mi rostro, cabello y el resto de mi cuerpo me reconfortaba. Mientras continuaba mi trayecto, me fijaba en cada detalle del camino, las mujeres junto a sus parejas buscando un taxi, las hermosas luces de la ciudad que provenían de los bares, clubs e inigualables fiestas que se organizaban todas las noches de cada fin de semana, los hombres que a pesar de estar bajo la frialdad de la lluvia continuaban tocando sus instrumentos para crear un ambiente familiar y divertido en las calles.

Mi casa no estaba lejos del trabajo, sin embargo, era difícil llegar a tiempo si es que mi único medio de transporte eran mis pequeñas piernas que temblaban por la debilidad que sentía en cada paso que daba.

Finalmente, después de veinte minutos, llegué a mi destino. Saqué las llaves del elegante bolso que portaba y abrí la pequeña puerta de casa para encontrarme con la familiaridad y presencia de mi madre.

—Llegas tarde — Sus ojos se encontraron con los míos antes de dedicarme una sonrisa sincera.

—Lo lamento, la lluvia suele retrasarme un poco — Me acerqué para depositar un beso en su coronilla.

—Estás toda mojada, Samantha. ¿Hasta cuando tengo que repetirte que tomes un taxi cuando llueva?

—Mamá, sabes que eso no es necesario. Me gusta caminar bajo la lluvia y disfrutar del pequeño paseo por la ciudad — Dejé mi bolso en la pequeña mesita que se encontraba en el recibidor.

—No es simplemente eso, estás trabajando muy duro para sostenernos a tu hermana y a mí. No me parece justo que no me permitas ayudarte con el dinero, aunque sea para pagar el arriendo de la casa.

—Y no te dejaré hacerlo, mamá — Me senté a su lado en el sofá — Estuviste tantos años trabajando por nosotras y terminaste muy enferma. No voy a permitirte volver al mismo círculo vicioso en el que únicamente te haces daño.

Bajó la mirada y se mantuvo en silencio.

—No me molesta en absoluto trabajar — Continué — De hecho, si obtengo el ascenso que deseo, podremos comprar una casa mejor que esta. Solamente necesito que confíes en mí y en mis capacidades para sacarnos de aquí.

Veía las lágrimas de mi madre resbalar por sus mejillas y eso me partía el corazón, pero tuve que mantenerme fuerte por ella.

—De acuerdo — Acarició mi espalda con cariño — Pero prométeme que, si en algún momento necesitas ayuda, me dejarás intervenir.

—Te lo prometo — Aseguré tomando su mano.

Mamá se levantó del sofá para dirigirse a su habitación para descansar.

Ella era una mujer fuerte, valiente y con un corazón enorme. Era el tipo de mujer que inspiraba a muchas a crecer y a valerse por sí mismas cuando tenían problemas. El nombre de Rossana Brown era bastante repetido y admirado por las personas con las que solía trabajar, pero como siempre, existen problemas que llegaron a truncar la fortaleza de mi madre. Los problemas de salud comenzaron a invadir su cuerpo, hasta dejarla casi incapacitada para realizar cualquier tipo de esfuerzo o trabajo.

Desde ese entonces, mi madre a pasado por cinco cirugías diferentes, una mucho más fuerte y dolorosa que la anterior, pero mi hermana y yo siempre hemos estado junto a ella en todo este proceso. Gracias a eso, he trabajado desde los diecisiete años para ayudar a mamá con la parte económica de nuestro hogar; he tenido distintos trabajos como de mesera, estilista y maestra de kínder, pero ninguno de esos trabajos me ha dado la suficiente cantidad de dinero para cuidar de mi madre y mi hermana menor Katherine.

La bailarina de Nueva OrleansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora