Capítulo dos: Maximiliam Miller

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Samantha

Había estado toda la mañana y tarde preparándome para la tan "importante" presentación de esta noche con los negociadores de Davis.

El sudor y el calor que se apoderaba de mi cuerpo era casi insoportable. El ambiente de estar con varias de mis compañeras ensayando el mismo baile, una y otra y otra vez era bastante abrumador, sin embargo, no me importaba. A pesar de que esta situación no estaba para nada en mis planes, debía admitir que necesitaba con urgencia ese dinero.

La sincronía de los pasos de baile estaba cada vez mejor. Somos cinco bailarinas que Davis seleccionó para esta noche, entre ellas, se encontraba Rachel una chica alta y pelinegra con un cuerpo esbelto; Sara, una rubia espectacular que sacaba mucho provecho a su delgadez y sensualidad al moverse; Lexie, una morena con curvas voluptuosas; Daphne, que por supuesto, era la mejor escena con su baile y belleza, sin mencionar que es la favorita de Davis. Y, por último, estaba yo, Samantha Brown una pelirroja de ojos verdes que intentaba de todo por encajar y por obtener el dinero suficiente que sacara de la ruina a mi familia.

—¡Eso ha estado excelente! — Exclamó Laila, nuestra supervisora — Estoy segura de que lo harán increíble esta noche.

Todas asentimos antes de bajar del pequeño escenario para tomar un poco de agua y descansar.

Me senté en un lugar algo apartado para poder revisar los mensajes que tenía en mi teléfono. Algunos eran de mi hermana Kat y otros, bueno, eran de Jason, el hombre que arrienda mi casa, exigiéndome que le pague por adelantado la renta, como todos los meses.

Rodé mis ojos algo hastiada y decidí ignorar aquellos mensajes. Me centré en llamar a mi hermana Kat para comentarle que esta noche no me esperara despierta.

¡Sam! ¡Al fin respondes! — Comenta con alegría — Ya comenzaba a pensar que te había tragado un leopardo.

—No hay leopardos en Nueva Orleans, Kat. No exageres — Solté una pequeña risa.

Bueno, solamente quería asegurarme que estuvieras bien. Mamá estaba algo preocupada porque te fuiste bastante temprano de casa.

—Estoy bien, mi jefe me llamó. Quiere que trabaje hoy durante todo el día para evaluar mi proceso en el trabajo y poder darme el aumento — Mentí.

¡Eso es genial! — Exclamó entusiasmada — Pero, eso significa que ¿No vas a volver a casa temprano?

—No, lo siento. Tengo que trabajar para lograr obtener el dinero que necesitamos.

De acuerdo, pero yo sé que lo conseguirás. Eres una chica responsable y decente, seguramente tu jefe se dará cuenta del arduo trabajo que has venido haciendo.

—Lo sé — Sonreí débilmente — Gracias por darme ánimos, Kat. Te quiero.

También te quiero, Sam. Mucha suerte.

Colgué el teléfono sintiendo una ligera presión en el pecho cuando la vida y mi conciencia me recuerdan una vez más, que le he mentido a mi familia.

Traté de alejar esos pensamientos y até mi cabello en un moño alto. El sudor que resbalaba por mi cuello estaba comenzando a asfixiarme y el calor de la sala, empezaba a tornarse mucho más pesado para todas.

—Sam — Laila me dirigió la palabra sacándome de mis pensamientos — Perdón por molestarte en tu descanso, pero hay algo muy importante que debo comentarte.

—No te preocupes — Dije con calma — ¿Qué sucede?

—El señor Davis me ha pedido que cada una de las bailarinas tuviera un tiempo a solas con cada uno de sus negociadores. Lo que implica tanto tú como las demás, deberán hacer una presentación privada para uno de ellos.

La bailarina de Nueva OrleansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora