23- Omega

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— Todos los estudios te han dado bien, Raúl.

El omega permaneció con la cabeza gacha mientras su madrastra revisaba todos los papeles de los resultados.

No sabía muy bien el porqué, tampoco le importaba, le parecía muy innecesario todas las visitas al médico, exámenes y estudios que le habían hecho en ese día y medio, sin contar con las declaraciones juradas dónde había mentido descaradamente a los policías, diciendo que no sabía dónde estaba, que no conocía a sus captores, pero que no le habían hecho nada, que lo habían tratado bien, cosa que se respaldaba por los médicos.

— Nada de signos de ayuno, ni deshidratación, ni heridas, torturas psicológicas... — la mujer se paseaba con sus tacos, el ruido le taladraba los oídos a Raúl —. Todo está correcto.

— ¿Entonces vas a dejar de joderme? — respondió, ganándose una mirada de su madrastra que no le intimido ni un poco.

— Pero veo que tu actitud de mierda sigue ahí— la mujer juntó los papeles con brusquedad—. Ya veo porqué te dejaron ir, siempre tan insoportable.

Raúl no se contenía en contestarle mal a nadie, muchos de sus pretendientes habían sido testigos de lo grosero que era el omega, algunos de lo tomaban con más gracia, como Luzu, y otros no hacian comentarios al respecto, como Fargan.

Pero esos últimos días, en los que había vuelto al mundo real estaba de peor humor que antes.

Sentía frío todo el tiempo, salvo su cabeza, que parecía arder del dolor, aún andando con ropa de abrigo y con calefacción se sentía congelarse a morir, además que sentía su cuerpo cansado, y pasaba casi todo el día en cama.

Nadie se había dado cuenta aún, pero no tenía energías ni para comer, aunque se esforzaba por al menos tragar unos bocados, comenzaba a sentirse mal al poco rato, a veces terminando en náuseas, lo que lo obligaba a parar, y terminaba dejando el resto de la comida.

La última comida que había podido digerir bien fue la poca que había recibido el mismo momento en que llegó a casa de David, desde entonces, se había mantenido casi únicamente con líquidos.

Hasta Fargan le había comentado que estaba pálido, aunque él había respondido que era su tono de piel normal, mintiendo descaradamente.

Además de sentirse tan enfermo físicamente, su lobo no lo ayudaba.

Quería volver al lado de su alfa, sentir su calor y aroma, que volviera a tocarlo, a besarlo o sólo a escuchar su voz. Intentaba no pensar en ello mucho, porque sólo lo hacía sentir mal.

Raúl abrió los ojos para ver a su madrastra, que ahora sostenía su collar entre sus manos.

El omega llevó sus manos hacia su cuello, tocando su piel, su lobo comenzó a mover el rabo, contento, una leve sonrisa estiró sus agrietados labios.

— Ya elegimos al joven Romero como tú prometido— habló la mujer, metiendo el collar en su bolso para luego enganchar el mismo en su hombro—. Es de mala educación esconder el cuello a tu alfa.

"Dímelo a mí" Pensó.

La mujer no se despidió, y sólo salió de la habitación sin más.

Raúl rió un poco, con felicidad.

Esperó unos cuantos minutos para asegurarse de que la mujer no estaría en la casa y salió del cuarto, arrastrando los pies al caminar y sosteniendose de la pared para avanzar.

A parte de sentirse débil, había perdido su equilibrio, no podía permanecer de pie demasiado tiempo porque sus piernas le fallaban, pero hizo su mejor esfuerzo para llegar a la planta baja y hablar con Fargan, buscando ayuda para la duda que lo carcomia por dentro.

Si bien le habían hecho exámenes de todo, lo único que se habían salteado fue de si había tenido relaciones sexuales en esos días, principalmente, porque él había negado haberles tenido. Mintiendo, y de nuevo, le creyeron.

Recordaba que en ese momento había agradecido disimular tan bien su dolor de trasero.

Pero al menos él debía sacarse la duda si estaba en cinta o no.

Como no podía salir de la casa, sólo quedaba en confiar en Fargan para que le consiguiera las pruebas de embarazo.

Era media mañana, y suponía que el chico estaría en su cuarto, ya que solía pasar ahí casi todo el día.

Llegó hasta el cuarto del castaño, luego de tardar más tiempo de lo normal en bajar las escaleras, para caminar por otro pasillo hasta llegar a la habitación.

Tocó la puerta, aunque al segundo golpe a está se abrió, dejando sus nudillos en el aire.

Alzó la vista hacia el rostro de aquel chico azabache que no conocía.

Frunció un poco el ceño con confusión, no sentía el aroma de aquel pelinegro, por lo que asumió que era un beta.

— Tú no eres Fargan — dijo con obviedad.

El Pelinegro no dijo nada, pero luego de mirar a cada lado del pasillo tomó a Raúl por los brazos, metiendolo dentro del cuarto y cerrando la puerta, antes de que el omega pudiera decir algo, el otro lo empujó contra la puerta, haciendo que una queja de dolor se escapara.

— Escucha, omega — habló el pelinegro, con voz grave, que no llegó a intimidar pero si a incomodarlo—. Si vienes a mostrarle tu cuello desnudo a mí farfan ten muy claro que él no va a marcarte-

— Si empiezas a decirme estupideces mejor cierra la puta boca— interrumpió Auron, ganándose una mirada curiosa del beta bajito—. No tengo un mínimo interés es tu "Farfan", y mucho menos en que me marque.

El Pelinegro lo miró casi incrédulo, con ojos muy abiertos.

— Ahora quítate de encima— finalizó Raúl, mirándolo con el ceño fruncido.

El Azabache se alejó de él, haciendo que Raúl relajara su postura automáticamente, respirando un poco agitado, no se había dado cuenta que estaba reteniendo el aire.

Un poco mareado, se sostuvo de la puerta.

— O sea que... ¿No quieres-?

— ¿Unirme a David? — Raúl negó—. Seré su prometido forzado pero unirme a él no está en mis planes... Sólo venía a pedirle un favor, pero veo que no está.

El Pelinegro asintió.

— Lamento lo de recién... Es que...

— Estás enamorado de Fargan, y estabas celoso por mi presencia, sí, me di cuenta— Auron sonrió sarcásticamente.

El azabache apretó los labios, despeinó sus cabellos de forma nerviosa.

— Soy Alejandro Bravo, pero dime Alexby — se presentó.

— Raúl Álvarez; Auron, un gusto.

Alexby frunció el ceño, ladeando un poco su cabeza.

— Te veías más amigable en la tele— comentó.

— La tele puede hacer ver a los políticos honestos, no creas lo que te muestren — replicó—. Y considerando que sabes que puedo transformarme en lobo y que muerdo muy fuerte... No soy amigable, joder.

Alex pensó que el omega no era muy educado.

El Pelinegro notó la palidez en el rostro de Auron, sus oscuras ojeras y como sus labios tenían un tono más azulado de lo normal, lo notó temblar y cómo se apoyaba completamente en la puerta a su espalda.

— No te ves muy bien— murmuró, se ganó una mirada molesta antes de que sus ojos avellana parecieran perderse, intentando ubicarse en parpadeos, que sólo lograron desorientarlo, haciendo que comenzará caer hacia adelante.

Cayó sobre los brazos de Alexby, aunque no pudo escuchar lo que le decía antes de perder el conocimiento.








P.d: Para aclarar, este capítulo ocurre al mismo tiempo de lo que pasa en el capítulo anterior, es decir: Rubius y Auron se desmayaron al mismo tiempo.

P.d2: Auron sólo es "educado" y sólo "cede con sumisión" con Rubius.

࿔⠀⠀𝗗𝖾𝗅𝗍𝖺⠀「 𝐑𝐮𝐛𝐢𝐮𝐬𝐩𝐥𝐚𝐲 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora