31- El chisme

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Rubius estuvo inquieto todo el camino, pero no fue sino hasta que estuvieron a un kilómetro de distancia que comenzó a sentir el llamado en su pecho.

Un aullido bajo, lleno de pena.

Sabía que no era su lobo, y que era de Raúl.

Al entrar a la casa no vió mucho más allá de la puerta de la sala, importándole muy poco el mundo.

Podía sentir el olor de Auron, cerca, fuerte.

Se olvidó de todo, del dolor de su cuerpo, o de su cabeza, su cansancio pareció desparecer, sólo recordó al gruñido que le había dedicado a otro chico que olía un poco a Raúl, pero no le dió importancia.

Tenía que ir con su omega.

Pareció que hubiera estado ciego todo el camino hacia aquella habitación, porque no fue sino hasta que vió la cama, y el bulto en esta, que reaccionó.

Sus ojos se aguaron.

Alfa..

Rubén se apresuró, casi corriendo hacia la cama, hasta subirse en ella, y en un movimiento rápido, tomando el cuerpo de Raúl, abrazándolo con fuerza contra sí.

Rubén lloraba, de alivio, de alegría. Llevó su nariz hasta el cuello de Raúl, aspirando su dulce olor.

El omega hizo lo mismo, con las mejillas húmedas y una sonrisa, frotando su rostro en el cuello del rubio, dejando pequeños besos, embriagandose en su aroma.

Raúl dejó de sentir frío, calentándose con a presencia de su alfa y su abrazo, como si de una estufa se tratara.

Raúl rió un poco, con alegría, y eso hizo sonreír al otro.

Rubén se apartó un poco para mirar su rostro, su sonrisa, sus ojos, besó su frente, sus mejillas, su nariz y sus labios, con gusto algo salado por las lágrimas, pero lleno de felicidad.

Las manos de Rubius bajaron al cuello de Auron, preguntando con la mirada.

—Sí— dijo, con seguridad—, sí, por favor...

Rubén dejó un casto beso en sus labios antes de mirar la curva entre su cuello y hombro, libre, ya sin ningún collar en el medio, dejó un par de besos hasta llegar allí, quería darle el cariño que se merecía y hacerlo suyo al mismo tiempo, abrió su boca, acomodando sus caminos sobre la piel.

Sintió a Raúl tomar aire, buscó su mano y la apretó, al mismo tiempo que enterraba sus dientes en el omega.

Escuchó un jadeo, con algo de dolor en él, sostuvo su mano más fuerte, el sabor metálico de la sangre lo hizo asquearse un poco.

Pero por fin estaba pasando, y no podía sentirse mejor, la felicidad tapó ese sabor.

Sus corazones comenzaron a latir al mismo ritmo, sus pechos se llenaron de la mezcla de emociones, de alegría, de alivio, de paz, de amor, de ambos.

Rubén desenterró sus dientes, lamiendo varias veces la marca, hasta que está dejó de sangrar.

Miró a Raúl a los ojos, tomando las sonrojadas mejillas, amando su sonrisa, dándole una, besando sus labios con intensidad.

Ahora compartían todo, ahora estaban completos, sus miradas lo confirmaban, y la marca del lazo también.

— Te amo — declaró Rubius, sintiendo en su pecho tanto su amor, como el sentimiento correspondiente de Raúl.

—Te amo — repitió el omega.

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Aún segundos después de que aquel rubio entrara al cuarto de Auron, Fargan seguía en el mismo lugar, sin saber porqué ese gruñido lo había intimidado tanto.

࿔⠀⠀𝗗𝖾𝗅𝗍𝖺⠀「 𝐑𝐮𝐛𝐢𝐮𝐬𝐩𝐥𝐚𝐲 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora