Es horrible la sensación que te inunda cuando te das cuenta de que no tienes nada, no tienes con quién y mucho menos adónde ir... Pero el sentimiento que te abarca cuando todo parece arreglarse es lo mejor del universo, sin duda alguna. Te hace apreciar las cosas o pocas cosas que tienes de una sobremanera.
- Vámonos hermosa - sus labios capturaron los míos con una dulzura increíble, el simple roce de sus suaves labios me subía a las nubes. Se alejó de mis labios para luego depositar un tierno beso en mi frente. Tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos y mi pulso una vez mas se aceleró.
- Espera- dije limpiando mis lágrimas que aún permanecían en mis mejillas. Regresé y tomé mi bolsa que momentos antes había dejado caer al piso.
Volví rápidamente con Claudio y lo abracé como si no lo hubiese visto hace años. Una vez más tomó mi mano entrelazando nuestros dedos.
Llegamos a casa de Claudio, el se bajó y tomó mis maletas.
-¿Me dejarás quedarme? - pregunté con una enorme sonrisa, me miró y bajó las maletas para caminar hacia mi. Los nervios me carcomían, me sentía tan estúpida.
- Yo no te dejaré sola - acarició mi mejilla - Mas bien... - sonrió - No te dejaremos sola - con su pulgar desapareció la lágrima que se había escapado.
- Te amo Clau - me até a su cuerpo y escondí mi rostro en su pecho.
-Te amo Emi - susurró en mi oído
Dejó mis maletas en el living y en solo dos segundos ya lo tenía abrazado a mí.
-¿Mariana y Pablo? - le pregunté rodeando su cuello con mis brazos. Bajó la mirada.
- Me detestan - solté una carcajada.
- Eso es imposible - pasé mi mano por su cabello.
- No, no lo es. Mariana está resentida
conmigo y Pablo la apoya - ocultó su rostro en mi cuello donde comenzó a dar pequeños besos.-¿Y por qué esta resentida? - algo me decía que yo era la responsable.
- Le grité - sacó su rostro y una vez más miró hacia abajo - Pero seguro se pondrán muy felices cuando te vean - sonreí y besé fugazmente sus labios.
- Ven - le dije tirándolo del brazo para caminar hacia la sala.
- No.... - dijo pero ya había entrado y visto la mesa central hecha trizas. Me giré hacia él con los ojos como platos. - Si me ponía a recogerlo, no hubiera llegado al aeropuerto - encogió los hombros.
- Eres un tonto - lo golpeé - Te pudiste haber lastimado - rió aunque no le encontraba la gracia. La sala estaba llena de vidrios - Hay que levantarlo, los niños se pueden lastimar. - le dije soltándome de su abrazo.
- Hey hey-me tomó de la cintura - Tenemos que limpiar más aparte de eso - señaló el cadáver de la mesa - Pero solo tenemos tres horas para nosotros solos y las quiero aprovechar - señoras y señores... Mori.
-¿Que no es lo único que rompiste? - pregunté sorprendida tratando de controlar mis hormonas ante sus sensuales palabras.
- ...Digamos que tal vez será necesario que me mude contigo - por mi encantada.
- Claudio Meyer - dije negando con la cabeza - ¿Qué hiciste? - sonrió tímido, ya me imaginaba lo que había pasado con su habitación.
- Emi - suspiró acariciando mi brazo de arriba abajo - No me vuelvas a lastimar así - una horrible punzada en mi pecho y estómago.
- Jamás me lo perdonaré Claudio. - no sé como era posible que siguiera. teniendo lágrimas - Eres lo más valioso que tengo y no te quiero perder... Nunca - remarqué.
- Ya-dijo sosteniendo mi rostro por las mejillas - A partir de ya todo olvidado - posicionó sus labios sobre los míos y se separó lentamente - Vamos - regresó por mis maletas y subimos las escaleras corriendo.
Llegamos al piso de arriba y me guiaba hacia mi antigua habitación. Entramos y dejó las maletas de golpe en el piso y me rodeó por la espalda con sus brazos a la velocidad de la luz. Me giré sobre mis talones para poder verlo de frente y su celular comenzó a sonar. Cerró los ojos molesto, reí.
- No le encuentro la gracia eh - rodó los ojos sacando su celular.
- Por eso mismo te digo Am - hundi mi rostro en su cuello y lo mordí suavemente.
Sus dientes aprisionaron su labio inferior, me encantaba que hiciera eso. El teléfono dejó de sonar y una picara sonrisa apareció en su rostro. Seguí jugando en su cuello, degustando cada una de sus marcas de belleza, mejor conocidas como lunares. Cerró los ojos disfrutando de mis besos y caricias.