Sus manos se posicionaron en mi cadera y mi cordura que se había ido por unos instantes... Volvió.
-¡No! ¡Yo no!-me quité a la velocidad de la luz, prácticamente brinqué de la cama.
- Emilia... susurró desconcertado.
-Lo siento... No debí. - estaba en pánico. Yo no le pagaría a Claudio con la misma moneda.
-No te disculpes - rió - Yo soy el culpable. - se puso de pie y levantó la caja - Anda a dormir - se acercó a mí y acarició mi mejilla - Reitero, como envidio a Meyer. - beso mi mejilla antes de salir dejándome sola en la habitación.
Me giré en la cama intentando escapar de los rayos del sol, apreté mis ojos fuertemente quería abrirlos y encontrarme con Clau a un lado o tan siquiera estar en mi habitación. Que todo hubiera sido una simple pesadilla. Por más que intenté dormir más y retrasar el momento de desilusión, los abrí encontrándome con las paredes blancas de la habitación de León.
Una lágrima se escapó pero inmediatamente fue absorbida por la almohada, froté mis ojos al mismo tiempo que me sentaba en la cama y....
¿Ahora qué haría?- Bien... Tienes que elaborar un plan. -aportó mi voz interna- Uno bueno. que solucione eso.
Perfecto ahora sabia que tenía que tener un plan, pero no tenía ni la menor idea de cómo o que hacer
- Irás a casa de Claudio, pedirás una explicación y la escucharás -respiré profundamente antes de ponerme de pie.
Estaba dispuesta a escucharlo, dispuesta a perdonarlo, no me dignaria a perderlo. Mi reacción al verlo en esa situación fue enormemente pacífica, si meses atrás hubiera sucedido eso ni Antonia ni Claudio estarían respirando en estos momentos.
Tomé del buró de noche mi celular: Dieciséis llamadas perdidas de Silverio, 1 llamada pérdida de Claudio... Eso si me destrozó. Ni siquiera le había interesado llamarme para aclararlo o simplemente por preocupación. Una llamada. Un solo intento. Las ganas de ir a pedir la explicación se fueron. Tal vez la explicación me heriría aun mas, tal vez Antonia se salió con la suya una vez más.
Presione remarcar al celular de Silverio quien parecía preocupado.
-¿Estás loca? ¿Demente? ¿Tienes mierda en la cabeza? - estaba molesto.
- No, no y no.- contesté casi en un susurro.
-¿¡Cómo se te ocurre largarte con León!?-gritó - Al desquiciado de Claudio le salía fuego por la boca.
- ¡No me regañes! ¡Tú no sabes lo que pasó! - dije intensamente pero sin gritar
-Si sé lo que pasó, - contestó con un tono menos fuerte - Al menos una parte.
-¿Y que querías que hiciera? ¿Qué me quedara ahí como si nada hubiera pasado? ¡Me fui porque no quería arruinarlo! - otro par de lágrimas se deslizaron por mis mejillas.
-Cualquier cosa menos irte con León. - volvió a gritar por lo que tuve que alejar el celular de mi oido, no quería quedar sorda.
-¿Cómo supiste que pasó? - pregunté tristemente, me avergonzaba mucho.
-Él me dijo. - suspiro - Llegó conmigo buscándote hecho una fiera, salimos y Ulises nos dijo que te habías ido con León. -rió - Él hizo polvo su celular, ¿sabes? - eso explicaba la ausencia de llamadas... No. En casa también tiene teléfono. no hay excusas - Le dije que me explicara qué te había hecho para que te hubieras ido con León, me explicó y le reventé el labio.
-¿Qué? - ahogué un grito.
- Después el casi me estrangula...
-¿Qué?
-¿Sorda acaso? - trónicamente - Después se fue. - terminó de contarme.
-¿Qué hago Silverio? Dime qué hacer.- en mi voz se escuchaba desesperación, una gran desesperación.
-El te ama. - dijo después de unos segundos en silencio - Yo lo odio, pero tengo que admitir que esa bestia te ama. - ahora ya tenía un llanto incontrolable - No sé qué fue lo que lo llevó a la situación de anoche...-suspiro - Pero yo te recomendaría escucharlo.
(…)
- Gracias por traerme.
-No fue nada. - sonrió - Y suerte.- señaló con la barbilla hacia la casa.
- Gracias. - realmente la necesitaría.
Me di la media vuelta y caminé hacia la casa, debo admitirlo bastante insegura. Sacudí mi cabello aún húmedo y lo acomodé sobre mis hombros.
Finalmente llegué a la puerta y pensé dos veces ¿Tocar la puerta o entrar con mi llave? ¿Dónde demonios estaba la Emilia segura de sí misma? Busqué la llaves en mi bolso pero no estaban, de último recordé haberlas dejado en la cocina. Toqué el timbre y a los exactamente 50 segundos Claudio abrió la puerta, mi estómago se retorció y una fuerte punzada en mi pecho me hizo llevar mi mano a este como si amortiguara el dolor.
Me miró de pies a cabeza con un rostro indiferente, sin pronunciar media palabra se dio la vuelta y lo vi entrar en la sala.
Mis ojos se cristalizaron en segundos... A él ni siquiera le interesaba darme una explicación.
Dos capítulos hoy, para que no se queden con la duda jajaja.