La feca

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Se veía andando por el mercado a una joven feca, tenía los ojos castaño, el pelo largo y de color chocolate, llevaba una camiseta blanca y unos pantalones sueltos marrones que parecían que les habían arrancado de un tirón la parte de abajo, había salido a comprar los ingredientes para la cena, la posada de su abuelo siempre estaba llena, así que tenía que asegurarse de que no faltara nada, la posada era muy conocida por las historias que contaban en ella, no solo de grandes aventureros, también de pequeños campesinos, "Cualquier historia puede ser interesante si se cuenta de la manera adecuada" ese era su lema, había rumores de que la taberna tenía una biblioteca secreta donde guardaban todas las historias que llegan a sus oídos; lo cuál era cierto. Aquella feca era ni más ni menos que la mejor narradora de la taberna, aunque la gente no la trataba como si fuera una celebridad, después de todo, era una simple cuenta cuentos. A ella no le importaba, de hecho lo preferiría así; no contaba esas historias para ser famosa, lo hacía por amor al arte, de echo la idea de contar historias en la posada se le ocurrió después de oír las historias que le contaba su padre sobre su época de aventurero, así fue como empezó, llegaron otros aventureros y la por entonces pequeña feca les preguntaba por sus aventuras; así fue como el sitio llegó a ser tan popular como lo es hoy, muchas historias dejaban de contarse para hacerle espacio a las nuevas, pero había unas que no dejaban de contarse, las de su padre, para la feca y su abuelo, era una forma de honrar su memoria.

Si yo estuviera en wakfu (Una feca peculiar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora