CAPÍTULO XIII

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El señor Darcy se presentó en la casa de los Bennet muy temprano al día siguiente, tan de mañana que tuvo que esperar dos cuartos de hora para ser atendido en el saloncito por la señora y las hijas de la familia. Primero preguntó por el estado de Lydia, debido a que la noticia de su estado precario de salud se había extendido por la zona, y cuando se le informó que en realidad solo se trataba de un resfriado muy persistente pasó al tema de las disculpas.

- Lamento informarle - expuso cuando se presentaron las damas - que el Señor Bingley, tuvo que viajar de regreso a Londres hace un par de días. Pero le aseguro que será una desaparición bastante breve y que volverá cuando termine de resolver las dificultades que se le presentaron sorpresivamente. Él – dijo bastante dudoso de cómo proceder - me dejó el recado de disculparse con usted, señora Bennet, y anhela posponer la cita y el honor de cenar en su casa para otra fecha muy próxima.

La señora Bennet, que sentía una antipatía por Darcy, encontraba sospechoso que el señor fuera afable con su familia y que se hubiese tomado las molestias de pedir disculpas en nombre de su amigo.

Elizabeth se imaginó que mentía para favorecer a Bingley y que este había huido a Londres inmediatamente después del baile en honor a los oficiales.

Mientras Elizabeth estudiaba el rostro del señor Darcy este la miró de forma repentina y frunció el ceño al notar algo fuera de lugar. Elizabeth no se amedrentó y le siguió mirando intensamente.

- Me parece que las señoritas irán de camino a Meryton - dijo dirigiéndose a la señora Bennet y le hizo una señal a Elizabeth con la cabeza.

- En realidad, mis hijas aún no han... - comenzó a replicar la señora hasta ser interrumpida por Elizabeth

- Así es, yo iré a dejar un... una carta a Charlotte Collins e indudablemente Kit... Catherine desea también ir al pueblo - dijo tropezando en sus palabras.

- ¿Quiero? -preguntó dudosa.

-Sí, quieres - le afirmó su hermana con una sonrisa inocente.

-Y también yo madre - se unió Jane.

-¿Mary? - preguntó Elizabeth

-Yo en realidad - sus dos hermanas mayores la miraban con mucha intensidad - no... Bueno - se aclaró la garganta - pese a que no me agrada salir de casa tan temprano, hoy me parece un día tan agradable para la lectura exterior que disfrutaría salir a dar un paseo. 

La señora Bennet sentía cierta inquietud por dejar salir a sus hijas con ese hombre. Pero su aversión se basaba en la personalidad de Darcy y no en algún peligro probable. Además, no podía dejar pasar la oportunidad de dejar ver a sus hijas en compañía de alguien de su calibre en el pueblo, que ella supiera ninguna familia gozaba de un trato tan cercano con él.

"A que las hijas de otros se paseen con un señor tan adinerado, mejor que sean las mías, pero no me agrada para nada" pensaba la mujer.

Todas las señoritas corrieron a buscar sus sombreros, botines de tierra y prendas para exteriores. Menos Jane Bennet, que corrió a la cocina y se llevó dentro de sus enaguas, escondidos varios panecillos para que sus hermanas comieran en el camino.

Elizabeth le susurró algo al oído antes de salir por la puerta y rápidamente el grupo se encaminó a Meryton a pie.

Cuando ya no se veía la casa desde su posición Jane agarró de la mano a Catherine y a Mary y las desplazó hacia delante, formando dos grupos. Dejando un poco atrasados a Darcy y a Elizabeth.

Al ser ambos muy prudentes se mantuvieron en silencio bastante tiempo; hasta que Elizabeth vio a Kitty salir del camino desviándose a la casa de los Lucas, seguramente para visitar a María y desayunar con ella.

ORGULLO Y PREJUICIO - Aceptando la propuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora