Capítulo 7.

1.4K 134 15
                                    

Dudoso, Carl se giró hacia Ron y negó con rapidez. "Yo no dejaría la única defensa que tenemos. ¿Y si nos intentan matar? No tendríamos con que defendernos."

Ron lo escuchó con atención, sosteniéndolo por los hombros. "Yo te cuido, entonces."

Carl rio con nerviosismo, girándose nuevamente, ésta vez hacia la entrada de Alexandria. "No es eso, tonto... Sólo que... Pienso que es raro dejar las armas en medio de un apocalipsis, ¿no crees? Es nuestra única defensa."

Jessie se acercó, dándole un suave apretoncito en la mejilla a Carl.

"Sé que es algo de preocuparse, pero confía esta vez." Le susurró, dejando un beso en su frente.

Carl bufó. A pesar del poco tiempo que llevaba conociendo a la mujer, ella definitivamente conocía sus puntos débiles, así que sin decir algo más, entró a Alexandria, mirando con atención su alrededor mientras Ron dejaba las armas que tenía en aquellos recipientes. Enid pasó después, sonriéndole al castaño, sin obtener si quiera una mueca como respuesta. Carl se giró y tomó la mano del pequeño Sam, el cual lucía asustado, desorientado. Carl se vio a sí mismo en el pequeño niño y sonrió nostálgicamente sin poder evitarlo. Lo mínimo que podía hacer, era estar ahí para él, listo para reconfortarlo y hacerlo sentir seguro. 

"Está bien, los llevaré con Deanna." Eric habló. "Nicholas, cierra la puerta, por favor." Murmuró y antes de reanudar su camino, le dedicó una amplia sonrisa al grupo. 

Carl fue el primero en avanzar, tomando la delantera con intención de proteger a la familia Anderson. Pensaba que era su deber y lo mínimo que podía hacer después de lo generosos que habían sido con él y mientras avanzaba tras el delgado pelirrojo, se dedicó a observar con atención el lugar, el cuál, sin duda, lucía agradable. Era un bonito vecindario. Parecía que la suciedad, muerte y enfermedad que estaba sucediendo, no afectaba en lo absoluto a la gente de éste lugar. Realmente no entendía como podían vivir en tanta armonía y paz. 

"Carl, ¿cierto? Puedes pasar. Los demás esperen sentados aquí, ¿gustan algo de beber?" Eric preguntó dulcemente, indicándole a Carl el camino que debía tomar.

Carl siguió las indicaciones, y rápidamente había llegado al interior de una casa, en donde estaba una mujer rubia, la cual lucía un poco mayor.

"Hola, soy Deanna Monroe." Sonrió. 

"Carl Grimes." 

"¿Puedo filmar esto?"

Carl frunció el ceño, y sin decir algo más, asintió.

"Toma asiento." Indicó la mujer, mientras pulsaba el botón rojo de la cámara para comenzar a grabar. "¿Cómo se encontraron? ¿se conocían desde antes?"

El menor negó con la cabeza, acomodándose en el elegante sofá. "No nos conocíamos. Para nada. Yo estaba perdido en el bosque cuando encontré una cabaña en el medio. Ahí estaban ellos." Siendo meticuloso con sus respuestas, Carl miró fijamente a los ojos de la mujer por primera vez. 

"Yo era parte del congreso en Ohio, distrito 15. Tú luces demasiado joven, dime, ¿qué es lo que te gustaría haber estudiado?"

"Eso no importa, ¿sabe? ¿qué es todo esto? ¿cómo terminaron aquí?" 

"Es el comienzo de la sustentabilidad. Un plan de comunidad, con paneles solares propios. Eso decía en los folletos." Sonrió. "Intenté volver a Ohio, junto a mi familia, pero el ejército nos desvió y acabamos aquí. Había suministros, así que nos quedamos. Formamos una comunidad."

"¿Han estado aquí todo éste tiempo?" El labio de Carl tembló. "Ustedes no deberían dejar entrar a más personas aquí. Allá afuera..." Pasó saliva. "Las personas están consumidas por la necesidad de sobrevivir a toda costa. Te-te usan para su propio beneficio."

"Necesitamos personas que hayan estado afuera." 

"No nos conocen..."

"Eric los ha estado observando. Tienen a un niño con ustedes, sería de muy poca moral dejarlos afuera. Y parece que ustedes tres, los jóvenes, son buenos afuera." 

Carl la miró de arriba a abajo, asintiendo. Aunque era extraño encontrar tan de pronto una comunidad que les ofrecía tantas cosas buenas, sin nada a cambio, parecía que la mujer no tenía intenciones de asesinarlos. 

"Realmente no recuerdo lo que quería estudiar." Carl sonrió, desviando la mirada. "No tuve tiempo para pensarlo bien."

Deanna le sonrió de vuelta, asintiendo. "Ven, les mostraré el lugar." 

Carl se puso de pie y la siguió hasta afuera. Con la mirada, buscó a Ron, el cual estaba rondando por ahí, analizando el lugar. Carl sonrió, caminando hacia el. 

"Venga, nos mostrarán el lugar." Le explicó al rubio, tomando disimuladamente su mano.

"¿Por que de pronto estás tan confiado, tú, tonto?"

"Porque sé que tu me vas a cuidar."

Ron desvió la mirada, mordiendo su labio inferior con nerviosismo. Carl notó aquella acción y sonrió aún más si era posible. Había puesto nervioso al rubio y eso era un gran logro para él.

Mientras tanto, detrás de ellos, dos pares de ojos los miraban. Unos con ternura y los otros con celos. 

...

Deanna les dio un recorrido por el lugar, indicándoles en donde se encontraba la enfermería, las zonas comunes e incluso les dejó observar los paneles solares y las cosechas que tenían. Por último, los guío hacia las que parecían ser sus futuros hogares por un tiempo. 

"Tenemos bastantes casas disponibles, así que decidimos asignarlos de ésta manera." Carraspeó antes de continuar. "La izquierda para Jessie y sus hijos. La de en medio para Carl y la última para Enid. Siéntanse en toda libertad de entrar a observar un poco. Ya saben donde encontrarme."

"Muchas gracias." Jessie habló, adentrándose al lugar. 

Carl y Ron no se habían separado aún, por lo que le echaron un vistazo a las fachadas de las casas y retrocedieron, caminando hacía una zona verde que había detrás de ellos, dispuestos a tomar asiento y empezar una charla sobre cualquier cosa que se les ocurriese.

Enid los miró, mordiendo con fuerza su labio inferior hasta que comenzó a sangrar. Llena de cólera, caminó hacia la casa que le habían asignado y dio un portazo al entrar. 

Los chicos fruncieron el ceño, pero no le tomaron importancia; en cambio, decidieron tomar asiento en el césped y dedicándose sonrisitas entre los dos, comenzaron a hablar sobre lo extraño que era el sentimiento de tranquilidad. 

PATEA TRASEROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora