Capítulo 3.

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Otro triste día empezaba y Carl ya estaba abriendo sus ojos mientras se estiraba y bostezaba.

"Ay, Dios." Se quejó ante el inmenso dolor que le recorrió desde el cuello hasta su espalda baja.

De manera rápida y ágil se puso de pie y esbozó una sonrisa al percibir una manta azul tirada en el suelo. Parece que la mujer rubia, -a la cual su padre le había coqueteado-, se compadeció de él y lo cubrió con aquella vieja manta.

"¡Ron!" Exclamó. "¿Pueden dejarme salir? Yo ya he despertado. Espero que no me hayan dejado aquí encerrado o juro que los voy a-"

Y cuando estaba apunto de darle una patada y un puñetazo a la puerta, ésta última se abrió.

"Buenos días." Dijo la rubia mujer mientras le sonreía con dulzura.

Carl se sonrojó.

Había susurrado palabrotas, amenazado y casi pateado a esa dulce mujer.

"B-buenos días." El ojiazul abandonó el cuarto de baño con la mirada demasiado fijada en el piso y las manos sobre su espalda, con los nervios recorriendo todo su cuerpo, causándole hormigueos. "Gracias por no dejarme aquí."

La mujer le abrazó y le dió suaves palmaditas en su espalda. "No te preocupes, dulzura. A mi no me gustaría que dejaran encerrado a mi hijo."

"Entiendo. De todas maneras, gracias."

"Ya llegué, má. ¿Nos vamos?" Ron apareció por fin; se encontraba acomodando una arma en su cinturón. "Aquí está tu sombrero, sheriff."

"Gracias." Carl se estiró para alcanzar su sombrero y lo acomodó sobre su cabeza.

Ron se encogió de hombros y bajo la mirada, evitando seguir mirando al bonito chico.

"Bien..." La mujer carraspeó. "Soy Jessie Anderson y ellos son mis hijos; Sam y Ron."

Carl sonrió dulcemente. "Un gusto conocerles. Yo soy Carl Grimes. Mi papá es Rick Grimes y tengo una hermanita menor que se llama Judith. Espero que los dos estén bien..."

Jessie se acercó a él y volvió a darle un par de palmaditas en su hombro. "Estoy segura de que los dos están bien. Los vamos a encontrar, ¿si?"

Carl se encogió de hombros, bajo la mirada y asintió con tristeza.

"Bueno, es hora de irnos. Tenemos que seguir adelante." Ron avisó, abandonando la acogedora cabaña

Carl dió un último vistazo a la cabaña antes de salir de ahí, suspirando. Extrañaba a su papá, y a Daryl, y a Glenn. Y a todos los demás. No había minuto en el que no dejara de pensar en su gran familia. Limpió la pequeña lágrima que se deslizaba por su mejilla y rápidamente alcanzó a Jessie y a sus hijos, quiénes ya se encontraban lejos del lugar.

"No, mamá. Llegamos por ahí, tenemos que tomar esta otra ruta. Sabes que soy como una brújula." Jessie rió ante las palabras de su hijo mayor, asintiendo. Estaba disfrutando demasiado el momento para querer llevarle la contrario.

"Así que... ¿Carl? Dime... ¿Cuántos años tienes?"

Ron se burló en silencio. Su mamá nunca podía mantener la boca cerrada; le encantaba hablar y hacer preguntas para relajar el ambiente.

"Tengo dieciséis."

"Oh. Casi la edad de Ron, ¿no es así, cariñito? Mi Ron tiene diecisiete."

Carl dejó salir una pequeña risita, la cual llamó la atención de Ron, quien frunció el ceño de forma malhumorada.

"Sí, y parece que aún tiene trece años." Después de un tiempo estando en silencio, Sam decidió hablar, burlándose de su hermano mayor. Carl había notado lo callado que era Sam y le parecía extraño. Jessie era una mujer muy agradable y cálida. Se sentía como estar en casa de nuevo cada vez que la miraba. Realmente extrañaba a Lori. Suspiró, bajando la mirada.

Ron notó lo cabizbajo que se había vuelto el castaño, por lo que rápidamente se acercó a él. "Hey, sheriff."

"¿Si?"

"Ese puchero me dice que estás triste."

Carl se rió para si mismo, sin mirar al rubio aún. Limpió la pequeña lágrima que se deslizaba por su mejilla y negó.

"No es nada..."

"Puedes contarme."

"¿Ahora estás siendo amable, eh?

Ron puso los ojos en blanco antes de reír, alejándose lentamente de Carl. "Eres muy infantil, ¿sabías?"

El castaño frunció el ceño y lo miró.

"No me veas con esos ojos, Carl."

"¿Con qué oj-

La pregunta quedó interrumpida cuando una pequeña horda de caminantes salió de la nada, atacando al grupo. Ron sacó la pequeña hacha que llevaba consigo y atacó a los muertos que habían ido en contra de su mamá, la cual estaba tratando de proteger a Sam a toda costa.

Hábilmente, enterró la hoja del hacha en la cabeza del caminante, jadeando cuando un poco de sangre alcanzó su ropa, manchándola. Después, se giró y volvió a usar su hacha, dando una vez más en la cabeza.

"Listo. ¿Carl?" Volteó hacia atrás y abrió los ojos ante la escena que ocurría delante de él. Carl estaba siendo rodeado por tres caminantes e incluso pudo notar que la pistola del menor estaba en el suelo. Probablemente intentó sacarla de la funda y se le había caído al forcejear contra los muertos. Ron corrió hacia allí desde atrás y logró acabar con dos de ellos sin ningún problema. Para ese entonces, Jessie se acercó y usó el martillo que había tomado en secreto en una de las casas que habían registrado para golpear con fuerza al caminante.

"Yo... G-gracias." Carl habló mientras se inclinaba para tomar su arma y la volvió a guardar en su funda.

"¿Estás bien?" Ron preguntó, acercándose para tomarlo por la cintura. "¿No te mordieron? Dímelo y se sincero antes de que te hagamos desnudarte para revisarte nosotros."

Carl rió, bajando la mirada para poder tallarse los ojos. "No, no me mordieron. Lo juro, aunque de todas maneras me puedo desnudar para ti, si tanto quieres verme así." Susurró lo último, dedicándole un guiño. Ron volvió a poner los ojos en blanco y soltó al castaño antes de reanudar su camino.

"Idiota."

PATEA TRASEROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora