Capitulo 2.

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"No soy un enfermo, idiota."

"Como sea. Ahora, ¿tienes algún grupo ahí dentro? ó, ya sabes... Podemos pasar la noche ambos." Dijo Carl, realmente quería pasar la noche en algún lugar, entre comillas, seguro.

"Uhm, no te incumbe."

"Claro que me incumbe, cara de rata. Ahora, contéstame. ¿Tienes algú-"

"¿Ronnie, hijo?" Una tercera voz, femenina, interrumpió a Carl. "¿Qué es lo que pasa?"

"Uh, mamá... No es momento, vuelve a dormir. Por favor."

"¿Así que Ronnie? Tu nombre debe ser Ron, cara de rata." Se burló el ojiazul.

"¿Alguna vez lo habías visto? ¿Hay problemas con él?" Desesperada, preguntó la mujer.

"Mamá, solo vuelve a dormir. No hay problemas, solo quiero charlar con el." Dijo Ron y el ojiazul soltó una risita, no era normal querer charlar con alguien en pleno apocalipsis.

"Claro. Queremos charlar pacíficamente, señora. Tan típico en un apocalipsis." Carl soltó un par de carcajadas. "De hecho quería invitar a su hijo a salir."

Ron -no tan divertido por su broma-, lo golpeo en el estómago. "Calla, imbécil. Y lárgate de aquí."

"Hey, por favor. Déjame quedarme, sólo una noche. Soy indefenso." Hizo un mohín.

El más alto simplemente entrecerró los ojos en su dirección y cerró la puerta. "Mamá, ve a dormir. Ahora." Susurró. Su madre había arriesgado su vida y la de el pequeño Sam. Estaba malditamente molesto.

"Yo..."

"Ahora. Esto no es juego. Papá está... Por ahí, perdido. Ya no puede cuidarnos. No puedes arriesgarte así, ¿entiendes?" Suspiró. "Si digo que es peligroso y debes mantenerte en silencio, lo haces."

"Claro, Ron. Disculpa." Bajó la mirada, sentándose en el suelo y sumergiéndose en la oscuridad de la cabaña otra vez. "Quisiera que todo fuera como antes."

"También yo. Pero no es posible. Ahora mantente aquí y cuida a Sam."

Ron volvió a la puerta de la cabaña y encontró al lindo ojiazul recargado en un árbol, casi durmiéndose. "Mocoso." Ron llamó.

"Mmh, ¿sí?" Carl dió un saltito que lo llevó frente a Ron. "Ya era hora."

"Te puedes quedar, pero-"

Sin esperar a que acabara la oración, Carl celebró, sonriendo ampliamente. "Yay, muchas gracias, ¡muchísimas gracias!"

"Oh, por favor, detente. Estaba diciendo, hay un pero." El casi rubio habló, rodando los ojos. "Dormirás encerrado dentro del baño."

Carl se detuvo rápidamente y Ron quiso reír escandalosamente al ver su expresión.

"Pero... ¿Puedo confiar en ti? ¿No me dejaras encerrado ahí?" El ojiazul preguntó en un susurro, soltando al mismo tiempo, un par de risillas nerviosas.

"No te dejaremos encerrado. Ya pasamos por algo así y nosotros no lo haríamos."

"Oh, bueno... Podríamos hablar de eso adentro. Me gustaría conocerte y aquí hace mucho frío, ¿sabes?

Ron inmediatamente se hizo a un lado para dejar pasar al mejor. "Claro. Lo siento."

Carl sonrió al sentir el aire tibio, envolverlo por completo. Se sintió como en casa de nuevo al ver a la mujer abrazando a un pequeño niño.

"Hey, Ron. Si no tienes ganas de dormir aún, podrías seguir contándome."

"Oh, sí. Por supuesto. Bueno... Hace unos días llegamos a un lugar, supuestamente seguro. Se llamaba Terminus." Ron hizo una pausa mientras pensaba que más decir. "No era nada seguro. Esas personas eran caníbales y pensaban comernos a nosotros y a otro grupo de supervivientes. El líder nos salvó. Era un hombre alto, con ojos muy azules. Parecidos a los tuyos."

"¿Ah? ¿En serio? ¿Viste a su grupo?"

"Sí. Había un chico asiático, una chica de cabello corto y ojos verdes, una mujer con una katana... Y otros más que no recuerdo."

Los ojos de Carl se abrieron demasiado al escuchar sus descripciones; estaba seguro de que se trataba de su team. "¡Era mi padre! No lo había visto desde que escapamos de nuestro último refugio."

Ron, quién había estado acomodando el sillón para dormir, se giró sorprendido hacia el menor.

"¡Tú padre estaba coqueteando con mi madre!"

"Y yo lo hice contigo. Así somos los Grimes. Todos unos galanes."

El más alto soltó un gruñido antes de tomar a Carl de los hombros y guiarlo al baño, encerrandolo ahí.

"¡Era una broma! No coqueteaba contigo. Mi tipo son más chicas rubias."

Ron volvió a soltar un gruñido.

"Ash, todo te molesta. Hasta mañana." El ojiazul se resignó y se sentó en el piso.

Esa -casi- noche estaba muy fresca y no quería amanecer muerto o convertido en una de esas cosas así que hizo lo posible para mantenerse calentito.

"No quiero que vuelvas a hacer eso mamá." Ron susurró, realmente sin ganas de discutir con su madre.

"Quería ver si estabas a salvo."

"Nadie está a salvo en estos días y lo sabes."

La mujer suspiró. "Lo sé, Ron, por supuesto que lo sé pero quiero ayudar. Soy su madre y debería ser yo quien los cuide. No por ser mujer soy débil o no puedo mantenerlos con vida, ¿si? Soy fuerte."

Ron no dudó en acercarse a ella y rodearla en un cálido abrazo, tratando de no despertar a su pequeño hermanito; Sam.

"Sé que eres fuerte, madre. Pero mi padre ya no está y yo me siento con la responsabilidad de cuidarlos. No creo que seas débil, solamente quiero que sobrevivas, ¿de acuerdo?" Y le plantó un beso en la frente.

La mujer río con dulzura ante el gesto y asintió sin más que decir.

"Voy a dormir y mañana saldremos a buscar comida junto al nuevo chico. Tu hermano ya tiene bastante hambre, Ronnie."

"De acuerdo, má. Descansa. Me quedaré vigilando."

PATEA TRASEROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora