Capítulo III

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El bardo que me había dado un poco de ron en forma de agradecimiento la vez que estuve en la taberna cercana al bosque, se llamaba Vzla, lo sé debido a que, después de caminar por distintas partes del pueblo, me lo encontré.

Estaba caminando en parte pensativo y en parte distraído, por así decirlo, caminó por un lugar donde vendían cosas hasta que lo reconocí y me dirigí a saludarlo.

Me saluda bastante amable y sonriente, hablábamos un tiempo y me comenta que normalmente se pasa en la taberna llamada "La Lechuza Gigante", la cual era la taberna que había visitado en su momento.

Hablábamos un rato más, hasta que él se iba y yo me quedaba pensando en qué lugar podría vivir o descansar un temporalmente o a largo plazo, ya que me encontraba durmiendo en el suelo, con el riesgo de que me roben o me hagan daño, o al menos así sería en otra época, no tengo conocimiento si en esta pasaría lo mismo, aunque creo que sí podría pasar.

Después de estar pensativo, intentando resolver esa cuestión, decido proseguir y continuar caminando con la intención de dirigirme a una taberna que estaba presente en aquel pueblo.

Minutos después entro por primera vez a aquel establecimiento, y me atiende una tabernera llamada Thaavat, la cual era bastante amable y agradable, habían distintas criaturas adentro y muchos eran pequeños, con apariencia de niños podría decirse, ella los cuidaba y se presentaba bastante atenta y protectora al cuidarlos, actuaba como una madre, una madre que me hubiera gustado tener..

Me ofrecí a ayudarla en lo que pudiera dentro de mis capacidades, lo cuál aceptó y me permitió quedarme allí hasta que pudiese conseguir un lugar donde vivir.

Ahora se presentaba una preocupación menos, quedaban otras más que resolver dentro de esta época, y continuaba esperando a que Fayna me contactara, supongo que ha de estar ocupada para no llegar a hacerlo todavía.

Y así siguió transcurriendo mi día a día, perdiéndome, intentando ayudar a Thaavat aunque pienso que no soy útil para ninguna cosa dentro de la taberna, y menos para cuidar niños, igual, dentro de todo yo sigo siendo uno, sólo que nadie sabe de mi edad real y nadie lo sabrá hasta que pase algo que me obligue a revelarlo.

De todas formas, si llegase a pasar algo de esta índole, viajaría en el tiempo para evitarlo, pese a ser consciente de que hay cosas las cuales no importa cuántos viajes en el tiempo haga, siempre transcurrirán de la misma manera y no podré evitar nada, eso lo sé muy bien.

Cosas que nunca pude evitar terminan rondando por mi mente, en medio de la noche mientras estoy encerrado en el fondo de mi memoria y soy incapaz de poder olvidarla, olvidar a esa persona que me iluminó en su momento y actualmente era sólo un recuerdo que no podré olvidar, y que me acompañará por siempre la culpa de no haber podido salvarla y sin importar la cantidad de viajes que hice, nunca pude evitar su muerte.

La culpa y la tristeza se apoderan de mi mente, hasta que finalmente logro quedarme dormido en aquel nuevo lugar, y así ignorar mi pesar.

Harper, El Viajero De Otra Época Donde viven las historias. Descúbrelo ahora