-Y por todo ese cariño que te tenemos Felix - dijo mi padre, radiante con su traje negro que fue especialmente hecho para la ocasión - Queremos que formes oficialmente parte de nuestra familia. Así que este es nuestro regalo de cumpleaños, la mano d...
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No podía dejar de mirar al chico detrás del mostrador. Era guapo, un hombre de poco más alto que yo, pero no tanta diferencia, de cabello castaño y con una hermosa sonrisa. Trataba de poner atención a lo que me decía Lia acerca de la falda que había encontrado, pero no podía apartar mi mirada de él.
—Creo que la compra... —le entendí a Lia. Miré al suelo cuando crucé la mirada con el chico, sentí que me sonrojaba de a poco. Lia notó ese detalle y buscó con la vista el punto que había estado mirando, cuando encontró al chico hizo una mueca y me golpeó en la cabeza con la falda.
—No puedes, Seo. Estás comprometido ahora, ¿qué pensaría Felix si te viera en estos momentos? — Si... ¿qué pensaría él? ¿Me dejaría libre?
—No lo sé... tampoco es para tanto, sólo lo estaba mirando. Estoy comprometido, no ciego —le respondí. Lia negó con la cabeza y siguió sacando ropa de los colgadores de la tienda.
Levanté la vista una milésima de segundo y sentí la mirada del chico. No podía hacer nada, él me atraía pero no de la misma forma que Felix. No, no era justo para Rizos, asi que me reprimí e hice como que él no estaba en el mismo establecimiento que yo.
Sin embargo, no funcionó. Lia me regañaba cada cinco minutos por mirar "descaradamente" a otro hombre que no era mi futuro esposo, pero al parecer ella no comprendía que yo aún tenía 19 años y que era un chico como todos los demás.
—Bin, ya basta. Llamaré a Felix —me dijo enojada mientras sacaba el celular de su bolso.
—Tú no harás nada. No he hecho nada malo, no lo he engañado —protesté. Y era verdad, admitía que el chico me atraía y que no dejaba de lanzarle miradas, pero no había hablado con él. Seguía siendo un desconocido. Pero como siempre, las cosas iban en mi contra. Cuando Lia fue a pagar la ropa que había elegido, nos atendió nada menos que el chico.
—Hola chicos, en que puedo ayudar —nos atendió con una agradable sonrisa. Lia bufó y me fulminó con la mirada con clara advertencia de "no hagas nada o le diré a Felix".
—Quiero pagar esto —le dijo Lia sin dejar de amenazarme con la mirada.
Cuando él entregó el recibo y las bolsas con ropa, Lia se apresuró en tirándome del brazo. Afuera de la tienda, sentado en una banca para descansar dentro del centro comercial, Felix bebía un café.
—Recuérdenme no volver acompañarlos cuando digan la palabra "compras" —nos dijo poniéndose de pie y acercándose a nosotros. Pasó su brazo por mi cintura y comenzamos a caminar hacia la tienda de música, Lia quería aprender tocar guitarra y para empezar necesitaba una.
—Al final, ¿qué compraron? —nos preguntó Felix mientras subíamos por la escalera eléctrica.
—Yo un vestido para cuando llegue la primavera, un abrigo, una falda, un par de zapatos y un chaleco —enumeró Lia.
