Prólogo

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Dedicado a: Heizou_Phantomhive
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Ciel Phantomhive se ha inscrito en una Academia privada debido a que se niega rotundamente a asistir a clases con “la gente del mundillo inferior”. Esperaba poder librarse de su quisquillosa y molesta prima Elizabeth (Lizzy) Middleford, pero para su desgracia y como era de esperar, la de hebras rubias convenció a sus padres para hacerle seguir los mismos pasos que el de orbes azulados. Para el gran fastidio de Ciel, Elizabeth no pretende dejarle tranquilo y sus insistencias para que le tome en cuenta siendo que eventualmente estará en edad de seleccionar una chica para que sea su prometida, se ha vuelto una persona más agobiante que de costumbre.

El apellidado Phantomhive pasa el 60% del día evitando a Elizabeth, mientras que el otro 40% lo pasa autohalagándose como si fuese un dios en el mundo terrenal. A la mayoría de las chicas no parece molestarle en lo absoluto tener que respirar el mismo aire que un chiquillo presumido como lo es Ciel, véase la mayoría con una única excepción. En toda su vida como ególatra, Ciel no había conocido a alguien que fuese igual que ___, quien no tiene recatos en ponerle en su lugar al punto en que el de orbes azulados queda en shock total por semejantes cuchillos plagados de letras que le dedica la peli___ cada vez que este se cruza en su camino, y no había una sola excepción en alguno de los días en los que ambos asistían a sus respectivas clases. ___ no tenía ningún problema en demostrarle su profundo desagrado al apellidado Phantomhive, y, ¿para qué mentir? Aparte de ególatra, Ciel resultó ser bastante masoquista en cuando se refería a aquella peli___, hablando en el sentido de que no paraba de acercarse a esta a sabiendas de que la contraria no le soportaba. Por su parte, ___ no comprendía a qué se debían las insistencias del chico de hebras azabache, ponía sus distancias una, y otra, y otra vez, pero él no parecía ceder ante ello, lo que terminó volviéndose su día a día.

Un día más en el curso era aquel que iniciaba. Como cada mañana, luego de darle problemas a Sebastian con sus rabietas al ser despertado, Ciel fue dejado en las puertas de la Academia gracias a sus padres, quienes luego precedieron a dirigirse a sus respectivos centros laborales. Y una vez más, su adorada _nótese el sarcasmo_ prima le daba un muy cordial saludo.

-¡Ciel! _espetó la rubia colgándose del cuello del mencionado como si fuese un perezoso, lo cual empeoró el humor del pelinegro_ ¡Buenos días!

-Elizabeth, suéltame, qué pesadita que eres. _ordenó con enojo el anteriormente nombrado, haciendo que su prima le soltase tras unos instantes, captando que, en efecto, el contrario no estaba en sus mejores momentos_

-Qué malo eres, Ciel. Yo que me tomo las molestias de esperarte aquí tooodos los días solo para que tengas el honor de ser saludado por mí, y vas tú y desprecias mis buenas intenciones.

-Yo no pedí que una prima pesada, quisquillosa, chillona e insoportable viniese a fastidiarme incluso en esta academia cuando le vengo dejando en claro desde hace alrededor de 4 años, 168 días, 14 horas, 28 minutos, 35 segundos -y contando- que nunca estaría entre mis opciones para prometida porque no soporto el incesto. _aclaró, observando de mala gana como la contraria inflaba sus mejillas para contener el llanto ante la nueva negativa del pelinegro_

-¡Eres un idiota, pesado, pedante, ególatra, narcisista, estirado, horrendo y malagradecido! _insultó la rubia mientras se daba la vuelta y avanzaba al interior del recinto a zancadas del enojo_

-Eso, ya tienes dos trabajos: Existir y enojarte. _susurró el pelinegro para luego seguir los pasos de la rubia y adentrarse en la edificación con el único objetivo de buscar su salón de clases a la espera de que las mismas iniciaran_

Se encontraba sacando algunos materiales de estudio de su casillero cuando tuvo la mala suerte de que alguien le pegó a la puerta levemente y esta le pegó a él. Chasqueó la lengua enojado y cerró la puerta para tomarse la molestia de observar quién había tenido el descaro de pegarle con tanta despreocupación, llevándose la -grata- sorpresa de que era la única persona del recinto que había captado su interés. La susodicha no parecía haberse dado cuenta de que el pelinegro estaba del otro lado, pues nunca habían tenido un encuentro en los casilleros hasta ese entonces y, sintiéndose observada, dejó de rebuscar en el interior de la taquilla solo para ver quién le observaba. Su expresión varió desde una normal hasta una de mera molestia al encontrarse al de orbes azulados a su derecha y ni bien este hizo ademán de saludarle, esta volvió a estampar la puerta de su casillero respectivo en su cara, haciéndole callar de nuevo, para luego seguir rebuscando lo que sea que quería encontrar, cosa que halló poco después y se largó antes de que Ciel pudiese siquiera quejarse. Aunque quisiera ir tras ella, sabía que pertenecían a salones diferentes y no podría entrar al suyo por los mismos motivos, y como ___ no acudiría a un llamado suyo ni aunque le fuesen a pegar un tiro en la sien, no tenía más remedio que dejar las cosas como estaban hasta volver a toparse con ella, si es que la fémina le concedía la ocasión desde que pasaba todo el horario de clases tomando un pasillo diferente al suyo.

How to punish an Aristocrat [Ciel Phantomhive x Fem!reader] ©RoseSanae55Donde viven las historias. Descúbrelo ahora