~Recuerdos que estrujan el alma~

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~Flashback~

La mujer caminaba apurada por la vereda de la Hilandera.
Sus tacones resonaban en cada paso.
Quien la viera, pensaría que se tratase de una persona normal, ya que su aspecto refinado la hacía ver como una muggle importante, de clase alta y muy atractiva a simple vista.

En lo profundo, la preocupación la invadía.
No lo podía creer, no podía creer cada palabra que había leído, y más esa absurda palabra que resonaba en su mente una y otra vez desde que había leído la carta mientras desayunaba tranquilamente.

Se había visto obligada a salir lo más rápido que pudo, echando a correr y aparecer mágicamente en el lugar con el estómago revuelto, con un nudo que no notaba diferenciar entre el desayuno a medias o la impotencia.

>>¡¡¿Como se le ocurre?!! Esto no es un juego, Severus estará devastado<< pensaba

A pesar de estar a punto de estallar, su semblante era serio y su mano derecha desquitaba todo odio con ese papel arrugado, que lo apretaba con fuerza.

A medida que se acercaba a aquella casa, sus pasos bajaban velocidad.
Tragó saliva frente a la puerta, respiró profundo y con su puño golpeteo la puerta en seco, haciendo resonar el sonido con fuerza dentro de la casa.

Tanto la mujer que estaba en la sala como el hombre que arreglaba unas maletas dieron un pequeño brinco.

El hombre deslizó la puerta lentamente, sabía quién era, conocía esa silueta y no hacia falta preguntar que buscaba. Levantó la vista y se encontró con los ojos más verdes que nunca había visto, estos echaban fuego.
Eso lo incomodó y con un ademán le dio el paso.

La mujer se adentró en la casa de inmediato, observando las maletas listas frente ella.

-¡Así que es cierto!- dijo con voz elevada volteando a verlo amenazante -¡¿No te da vergüenza?!- levantó su mano reprochandole y acercándose a éste amenazante.
El hombre con apariencia cansada solo la observaba con frialdad -No eres más que un ebrio y sucio...- no termino la frase ya que otra voz la interrumpió

-¡No te atrevas a decirlo!, no tienes derecho a usar esa palabra en ésta casa, ¡mi casa!- dijo la mujer que estaba en el umbral de la sala observando la escena.
Lucia demacrada, demasiado para su edad.

La primera volteó sonriendo con la cabeza agachada, negando de un lado a otro -Dime que no es verdad...- se acercó y la tomó de los hombros -es tu hijo...- dijo casi en un susurro, sus ojos se humedecieron

-Es mi marido, es mi hijo, mi vida, mi decisión, el estará bien, es un joven brillante e independiente...- tomó la mano de la joven y depositó las llaves de la casa -el está contigo... estará bien- suspiró y le dió un abrazo - A partir de hoy, el estará a salvo- susurró en el oído de su hermana.
Se separó lentamente y de forma indiferente le dijo -No me mandes cartas, tampoco le digas dónde estaremos. Será mejor así, para él y para nosotros- caminó hacia un costado y tomando un par de maletas, bolsos, se dirigió hacía la puerta.
El hombre la imitó.
Ambos se dirigieron hacia la puerta principal.

-¡Esto es tu culpa Tobías!- gritó y sacó su varita apuntándole directo al pecho -No has sido más que un cobarde, no tienes dignidad y tú...- tragó saliva porque sabía que lo que iba a decir iba a dolerle a ambas.

La mujer dejó un bolso en el suelo y levantó la mano en señal de paz -No eres capaz,... haber, dilo, ¡Dilo! ¡Ya no me importa nada!- dijo con los ojos cristalizados, tanteando su varita bajo el abrigo con la otra mano. -Cuando seas madre lo entenderás...-

El Diario Robado De Eileen Snape ☆🔮 [Severus Snape × Lectora] &gt;Terminada&lt;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora