- ¿Podemos ir más despacio?- Dije al tiempo que me separaba de los brazos de Azalea, una noche que no me sentía bien.
No sabía qué era. No sabía ni si era ella. Ni si era yo el problema; solo quería respirar.
Salí a la calle.
Respiré hondo varias veces. Contando hasta 10 dando vueltas sobre el porche que daba a la calle.
Con un ataque de ansiedad en proceso, yo me di cuenta de algo; que necesitaba estar sola.
A lo mejor Az era el amor de mi vida. A lo mejor no.
Pero no podía seguir con ella sabiendo que tenía muchas heridas.
Y todas empezaban por la consonante, "C".
C de Cyan Rainer Buthladdler.
Entonces no podía hacerle eso. No a ella.
Cerré los ojos segura de lo que iba a decir.
Subí las escaleras.
Me temblaban las piernas y las muñecas. Se me crispaba la mandíbula.
- Daf, ¿estás..?- Pero no lo estaba.
Bajé la mirada. No atavesé el umbral de la puerta. Me quedé con la espalda en el marco.
- ¿Qué pasa?- Azalea se levantó. Yo no pude contestar. Me quedé paralizada mirándola. Viendo como no podía expresar lo que sentía.
- No te quiero... Perder. Pero tengo heridas, Az. Muchas. Aunque nos fuéramos muy lejos, siempre estarían ahí, porque yo no he sanado. Puedo parecer de lo más tranquila no volviendo a hablar del tema. Puede parecer que se me ha olvidado. Pero no. Sigue ahí.- Me señalé el pecho. Llorando. Rompiéndome. Como si fuera una espina que no se va y crea una herida porque le quedan pequeñas astillas.
Sabía que era el último paso para sanar. Pero no estaba lista.
No podía soltar la imagen de ese chico. Ese chico que me abandonó sin dejar huella. Porque él no querría que le viera de nuevo.
Entonces, apoyando la cabeza en el marco, la miré.
Me quedé de piedra.
Se acercó.
Me abrazó.
Me sonrió.
Me besó.
Y el dolor pasó un poco, aunque seguía temblando.
- Ya era consciente de que te dolía, Dafne. Eso no se supera a la primera. - Sonrió y me abrazó. - Pero claro que funciona lo nuestro. Antes no serías capaz de aceptar que es un problema. Y ahora mírate. - Dijo sonriendo, acriciándome las manos porque estaban heladas.
Entonces lo entendí.
Las personas solemos creer que controlar a una persona es la solución. Que porque te haya dejado una persona, porque ya no sea "tuyo", es el fin del mundo.
Pero la verdad la tenía delante.
A esa chica que a pesar de lo que le dije me estaba diciendo "no pasa nada, lo arreglamos juntas".
Sonreí. Sonreí llorando.
Asentí. Y en su susurro dije: - Poco a poco el dolor pasará. Es tiempo lo que necesito. Pero necesitaré a alguien que me cuide mientras.- Y Azalea sonrió.
Me abrazó, me sonrió, tendió mis manos y sobre ese marco de la puerta estuvimos hablando de la vida, de cómo me siento y de cómo ella se siente sobre esto.
Normalizando que hasta en las relaciones de "pareja", a veces hay que hablar de cosas dolorosas. A veces hay que romperse y decir cosas que no te atreves. Decir los traumas que tienes.
Y curiosamente, con la persona correcta, funciona.
Porque no importa lo que le digas, no se irá. Sin importar lo mucho que insistas con que no le mereces, porque estás muy roto por el dolor como para admitir que le necesitas.
Pero es sencillo, la gente que quiere estar, está. Ya sabéis lo que le pasó a Cyan.
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Rosa negra
Teen FictionEl amor es tan frágil como una rosa, se seca, se queda sin hojas, pierde su color. Es en definitiva el mismísimo caos. ¿Qué pasaría si juntas a una chica que sobrepiensa hasta sus pasos con el desastre que es enamorarse? Un caos, te lo digo desde y...