III

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Tres semanas después

Ya había pasado un tiempo desde que llegué a la mansión, ya me he  acostumbrado a la rutina de este lugar, aunque Mei no estuviera siempre había alguien vigilandome o eso sentía, nunca estaba sola.

También observé cosas raras que nadie miraba a Mei, todos tenían la cabeza agachada cuando ella pasaba a su lado, ni siquiera se molestaba en saludarlos, es como si sus empleados no existieran. Esa misma noche le reclamé por ello.

— No te haría mal decirle buenos días a tus empleados.

— Eso a ti no debe importarte, las cosas están bien por qué cambiarlo.

— Pero pasas por su lado, ellos merecen respeto.

Mei no dijo más y tiro los cubiertos en la mesa, se levantó dejándome con la palabra en la boca, eso no se lo voy a permitir.

— Señorita, me permite hablar con usted ?

Cristina quien era la cocinera se acercó a yuzu.

— Ah claro, dime qué sucede?

— No obligue a la señorita Mei cambiar su forma de ser, desde que era niña siempre le han enseñado  como debe  tratar al personal de la mansión, ella al igual que usted se enfrentó a su abuelo por lo mismo pero lo único que ganó fue que la castigarán, ella es demasiado buena, no sé qué es usted de ella, pero por favor hagala feliz.

— No te prometo nada, pero veré qué hacer,  Cristina no se preocupe por eso, ahora mismo iré a la habitación hablar con ella.

— Está bien señorita.

Cada paso que me acercaba a la habitación era demasiado para mí, escuchaba a mi corazón latir como loco cuando entre a la habitación estaba Mei con una toalla que por suerte cubría lo que debía.

— Te portaste como una niña allá, dejaste la comida y eso es de mala educación, debes disculparte.

Mei se acerca a yuzu agarrándola de la cintura y comienza a besarla, lo que deja confundida a la rubia, pero solo se limita a corresponder el beso hasta que siente que algo cae por su cuerpo abre los ojos y se ha caído la toalla yuzu solo se aleja y cubre sus ojos.

— Estás desnuda, tápate.

— Por qué lo haría, paso mucho en el gimnasio para ejercitarme, además estoy en mi casa no hay nada malo.

Vuelve acercarse a yuzu quitándole la mano de sus ojos, guío su mano derecha hasta su abdomen dónde tenía una cicatriz, antes de que yuzu pudiera decir algo Mei le hablo.

— Hace muchos años también querría que los empleados fuesen tratados por igual, me arme de valor y hice algo que nunca pensé, me en frente a mi abuelo, pero a él no le gusto que un futuro líder pensara en esas cosas sin importancia, no le importo nada y me lastimo, agarro una pistola, me disparó, pero solo me raspó, al parecer mi abuelo se había encargado de que la bala solo me rozará pero que no me diera, después de eso entendí que las reglas están por algo y son  para cumplirse.

— Mei yo lo siento.
Estaba a punto de llorar por lo mal que lo ha pasado Mei, incluso llegó a entender un poco su comportamiento, estaba a punto de abrazarla pero cuando fui conciente de que estaba desnuda volví a ponerme roja como un tomate.

— Tú solo debes preocuparte en estar para mí, mañana iremos a una fiesta para presentarte como mi mujer, vendrá una amiga y te ayudará con todo.

— Está bien, ahora cubrete degenerada.

— Estoy cómoda así, tu deberías hacer lo mismo.

— Pasó, y no me gustan tus intenciones, por más buena que estés no caeré en tus encantos.

— Pues serías la primera, te diré una cosa yuzu te vas a enamorar de mí, me llegarás amar así como yo lo hago.

No sabía de dónde había sacado el coraje pero me encontraba al lado de Mei, y la lanze en la cama quedando encima de ella, el miembro de Mei ya estaba más que despierto.

— Yo te odio Mei, jamás tendría algo contigo.

Y sin más me levanté, me encerré en el baño escuchando como Mei gruñía de lo enojada, estaba temblando escuché como la puerta del baño estaba siendo abierta cuando vi lo que me temía.

Mei me agarró del brazo sacándome a rastras del baño, de repente comenzó a soltar sus feromonas, mi Omega interior se mareo, estaba empezando a caer, odio esto, cuando un alfa hace eso el Omega enloquece hasta que el alfa lo haga suyo, un truco barato que funcióna muy bien.

— Así que «fue un capricho»

— Ah ... No lo fue.

Mis feromonas estaban inestables necesitaba a Mei, así que me acerque a ella y la bese mientras me retiraba mis prendas.

Podía notar la felicidad de Mei al verme tan vulnerable a ella, me enoje pero no podía luchar contra mis instintos, sentía las manos frías y gélidas de ella tocando mi cuerpo, para después sentir como me mordía el cuello y sin más se alejo de mí, cuando se acercó me dió una pastilla con un vaso de agua.

— Quiero que entiendas yuzu que jamás haría algo que tú no quieras, esto te ayudará a estabilizarte, perdón no debí hacer eso.

— Obvio que no, casi lo hacemos eso es malo.

— Pero no pasó nada, cuando me quieras te haré mía hasta entonces solo me voy a encargar de cuidarte.

La pastilla ya había surgido efecto, Mei estaba vestida al lado mío durmiendo tan pacíficamente, mientras tanto yo estoy aguantando las ganas de no golpearla ahí mismo.

Quizás suene tonto pero algo me llama la atención de Mei, acaso la juzge mal, aunque me secuestro, no me ha tratado mal exepto  sus reglas extrañas.

Mei Aihara te odio tanto porque estás haciendo que mi cabeza y corazón discutan entre sí. Pero antes de cualquier cosa tendré que averiguar tus razones por las cuales me compraste.

No descansaré hasta saber toda la verdad, así tenga que engañarte.

En Medio De Nuestro Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora