Capítulo 8: Todo No Es Para Siempre

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  Ya ha pasado una semana desde que comenzó todo este desastre, y créanme, cada día me despierto deseando que todo esto sea una pesadilla y que finalmente voy a despertar algún día, que estaré en mi casa alistándome para un día más en el colegio, y que al llegar estén todos ahí, sanos y salvos, riendo como de costumbre. Pero la realidad me sigue azotando al despertar en la cama de Gabriela y ver que no está aquí. Extraño a mis padres, extraño a mi abuela, extraño a mis amigas de la urbanización, doy gracias por no estar sola en medio de este desastre, que al menos ellos están conmigo. Todos los días hablamos sobre lo mucho que extrañamos la vida que teníamos hace una semana, realmente lo teníamos todo ¿no es así? Ahora solo nos tenemos a nosotros y una ciudad llena de personas muertas con un virus acechándonos.

 Decidí finalmente levantarme de la cama, luego de dar tantas vueltas sin poder conciliar el sueño. A mi lado estaban las dos Victorias, las dos Veronicas, Dyanella y Paola, me levanté despacio para evitar despertar a alguna de ellas, pero aun así un mal movimiento hizo que Dyanella se despertase.

- ¿A dónde vas, Dori? - Dijo Dyanella frotando uno de sus ojos.

- Voy a levantarme, no pude dormir bien. - Respondí caminando hacia el baño.

- Si, yo tampoco. - Dijo mientras un gran bostezo la interrumpía.

Rodé la cortina corrediza y entré, me senté en aquel frío inodoro y me quedé mirando un zapato fijamente mientras todo fluía. Una vez terminé, me levanté para lavarme las manos, pero me quedé unos segundos mirándome fijamente en el espejo, de pronto comencé a recordar todas las veces en las que peleábamos por arreglarnos frente a este mismo espejo, antes de ir a las clases de premilitar, bajé la mirada melancólicamente con muchas ganas de llorar, pero antes de que pudiese salir una lagrima Dyanella entró al baño y se paró justo a mi lado y dijo:

- Tú también la extrañas ¿no es así? - Habló mirándose en el espejo.

- ¿A Gabriela? - Respondí girando para verla.

- No me refería exactamente a ella, pero, también la extraño.

- ¿Entonces, a quién? - Pregunté confundida. Dyanella hizo un gesto extraño con la cara en respuesta y luego dijo.

- Me refiero a tus padres. - Dijo. - ¿No es extraño pasar tantos días sin verlos? sin saber si seguirán vivos o se habrán convertido en... - Dyanella hizo una corta pausa y finalmente respondió. - En eso.

La miré analizándola un segundo, algo quería decirme, pero no encontraba la manera o la forma de expresarse. Se notaba algo inquieta y mordía levemente sus labios. Después de unos segundos de silencio finalmente respondí.

- Si, son mis padres, es imposible no extrañarlos ¿no? O pensar si siguen con vida. Si estarán buscándome o ya no estarán aquí, también se me hace imposible no pensar en mi hermana ¿habrá llegado esto a Mérida? ¿seguirá con vida? Ella está tan lejos, y ahora no sé nada sobre ella. - Dyanella se quedó en silencio, pero finalmente dijo.

- La última vez que hablé con mi mamá estábamos discutiendo, fue en la mañana antes de ir al colegio. Ella decía que yo era rebelde y mal agradecida, solo porque no quise hacerle caso en algo que me estaba diciendo, que siempre le respondía de mala manera y que nunca ayudaba en la casa, luego de eso, le respondí que era la peor madre del mundo y que ojalá no volviera a ver nunca más. Solo desearía jamás haber pronunciado aquellas palabras. - Dyanella bajó la mirada y se quedó mirando al suelo sin decir nada más.

- Dyane... - Dije colocando mi mano sobre su hombro, ella levantó la cabeza con la cara llena de lágrimas.

- Solo desearía volver aquel día, a aquel preciso momento, poder decirle que la amo, que nada de eso era verdad, que solo me dejé llevar por la irá del momento, que realmente era la mejor madre del mundo y que ella tenía razón.

El Comienzo del FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora