Peleas sobre pellizcos y cosas de mi cama.

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Hola amigo Sourwolf, ese es tu nombre ahora, espero que hoy estés bien, sí, creo que aún no se te rompe la pasta, creo que la ultima vez que hablamos, bueno que escribí, Derek estaba golpeando mi puerta y luego se fue. Todo bien hasta ahí, pero última semana me ha hecho pensar que tal vez fue un error traerlo a casa, porque sólo me mete en problemas, aunque que debo admitir que yo también tengo gran parte de la culpa. Bueno no fue un error, pero ya me esta cayendo mal, sólo un poco, aún sigue siendo guapo. Bueno después de quedarme ahí sentado escribiendo, me sentí muy pegajoso y me metí a bañar, así lo hice no sin antes meter mi ropa y toalla, terminé de bañarme y salí, con la ropa puesta y el cabello mojado, estoy seguro de que tenía las mejillas un poco rojas, y adivina a quién me encontré querido Sourwolf, no, no me encontré a otro de los cerdos o a ese burro curioso del mes pasado,no, me encontré a Derek, se veía... pues como siempre, de hecho.

---Hola ---saludé alegre levantando mi mano derecha y la agite vigorosa.

---Engendro ---habló de acuerdo a su actitud de malote.

---¿Apestas Derek? ---exclamé tapando mi nariz con un dedo y ventilando con la otra.

---Tal vez si alguien no hubiera empezado con la guerra de huevos oliera a tu gusto ---reclamó enojado acercándose.

---¿Cómo que a mi gusto?

---Eso no te incumbe engendro ---puso sus a manos en mis extremidades y las pellizcó con vehemencia. Yo hice una mueca de dolor.

---Oye fue una broma no es para que te lo tomarás enserio. ---Me sobe ambos brazos con delicadeza. Pero solo me miró enconado y se metió, seguro a bañarse y a quitarse todo ese huevo con plumas de su cuerpo.

Después de eso yo entré a mi cuarto, me acosté en la orilla de la cama. Ahí estuve un buen rato pensando que tal vez a Derek no le agradaba que le hicieran bromas y que tampoco le gustaba jugar. De mi cabello el agua se fue evaporando poco a poco y cuando estuvo seco, apareció Derek, en la entrada de la puerta de mi habitación, don su toalla en la cabeza y con su típico pantalón café, tiene una decena de ellos.

---Muévete duende ---ordenó con firmeza.

Yo no dige nada y luego me fui recorriendo hasta llegar casi a la pared. Él se acostó a un lado mío, yo le di la espalda y él se quedó viendo el techo. De todas maneras ya sólo estaba esperando que mamá nos gritara para que bajaramos a cenar y después a dormir. Aún en silencio ya estaba por quedarme dormido.

---Duende ---interrumpió Derek, mi casi sueño en el que comía manzanas bajo el haya.

---¿Qué quieres ---dije desganado, sin cambiar de posición.

---Creo que... yo... nosotros no... ¡Auch! ---gritó cuando lo atiné distraido y aproveché para darle un pellizcó con todas mis fuerzas.

---Chicos ya bajen a cenar ---voceó mi madre, de seguro desde las escaleras.

Yo hice caso a su llamada y me levanté de la cama.

---Duende, hazme caso o jamás volveré a decir tu nombre en voz alta ---amenazó Derek siguiendome.

---No me importa ---acepté con desaire.

---Pues entonces toma. ---Sentí un ardor en mi brazo derecho.

---Ya déjame. ---Le devolví el repizco.

---¡Pues hazme caso! ---demandó Derek tratando de empotrar mi cuerpo contra la pared.

---¡NO!

Después de unos cuantos gritos y pellizcos, me encontraba en una situación peligrosa al darme cuenta de que Derek me quería hacer una quemadura india.

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