—Fue muy amable al ofrecerse a llevarme a montar a caballo esta mañana, mi señor —Ivy no podía borrar la sonrisa de su rostro.
—No es amable de mi parte. Estaba ansioso por su compañía, lady Ivy. Aunque me gustaría que me llamara Jasper. Haría las cosas más fáciles.
Ella sonrió un poco más si eso era posible. —Por supuesto. Jasper. Y debes llamarme Ivy, pero no debemos permitir que ninguno de los viejos chismosos nos oiga usar tales cariños, porque se escandalizarían. —Jasper se rió, e Ivy volvió a recordar lo guapo que era y lo alegre y amable que se mostraba siempre. Tenía una sonrisa tan hermosa, con sus dientes blancos y rectos, que enamoraría a cualquiera. Por no mencionar sus ojos negros y profundos.
—Me alegro de ver a tu hermana también—. Se volvió para mirar a Queenie, quien les devolvió la sonrisa a ambos. Ivy había logrado convencer a su padre para que la pequeña los acompañara. Su plan era el de quedarse atrás mientras ellos dos hablaban, pero de momento estaba ocurriendo al revés por miedo a ser demasiado evidentes frente a los demás—. Pero es una pena que se haya quedado tan atrás.
—Mi padre no permitirá que se acerque más, y sabemos que se enterará si rompemos las reglas. A pesar de su nueva situación, todavía tiene amigos—Se volvió para mirar hacia la calle principal del parque. Ella asintió con la cabeza y saludó con la mano a algunos conocidos. Sabía que su estado había caído muy por debajo de lo que había sido antes, ahora que la mala situación financiera de su padre se hizo pública, pero aún podía ser fuerte y educada y saludar a quienes conocía.
Además, nada podía empañar su buen humor ese día. Se sentía bastante bien y con energía, y el sol era brillante.
—Ah, ya veo—, dijo Jasper con rigidez—. Bueno, espero que no nos encuentre descorteses.
—Para nada. Está actuando como una especie de carabina —Ivy notó la expresión abatida de Jasper y su corazón se hundió. No estaba segura de por qué en las últimas veinticuatro horas desde su última visita, había creado y albergado alguna esperanza de que él pudiera pensar en ella como pensaba en Queenie.
Se tragó su orgullo herido e hizo lo que tenía que hacer. Era importante comenzar el plan para ayudar a su hermana antes de que Jasper se cansara. —Lo siento por esto, Jasper. Sé que suena como una situación desesperada, pero estoy segura de que podemos encontrar una salida.
Jasper se volvió hacia ella, con una mirada confusa en su hermoso rostro. —¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que puedo tratar de ayudarte si lo deseas. Sé que viniste por Queenie, y que solo nos cortejamos porque mi padre y tu tío nos obligaron. La he traído aquí hoy para mostraros que me gustaría ayudaros a ambos a cumplir vuestros deseos.
Jasper la miró durante unos segundos, estupefacto. —¿Harías tal cosa?— preguntó, la sorpresa se filtraba a través de su voz.
Ivy hizo todo lo que pudo y logró en su mayor parte cortar la ola de decepción que estaba a punto de surgir a través de ella.
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Serás mi Condesa
Historical FictionJasper se quedó huérfano cuando era tan sólo un bebé. No obstante, su tío (que no tiene hijos) lo adopta y lo convierte en su heredero universal, convirtiéndolo en el futuro Conde de Edimburgo. Él, libertino retirado y hombre reformado para content...