Nunca me sentí más caliente que, cuando en la oscuridad de aquella noche, ella se acercó a mí buscando abrigo en mis brazos. Sin saber qué hacer y sólo teniendo un puñado de miedos, me limité a rodearla y sentir su cuerpo cerca de mí.
Ni siquiera me atreví a apretarla, no quería hacer nada mal, y con el deseo que tenía en aquel momento temía hacerle daño. Sin embargo, ella me acercó aún más, a pesar de que ni siquiera había un centímetro entre nosotras, era pecho a pecho, corazón a corazón; me abrazó como si quisiera hacerme parte de sí y poniendo su cabeza en mi hombro la escuché respirar, como si le hubiese faltado el aire hasta ese preciso momento, mientras tanto yo era feliz extasiada entre su pelo, aspirando su aroma.
Aunque por un instante quise que ese abrazo durara para siempre, casi me dio un ataque al corazón cuando se separó levemente de mí y me miró a los ojos. Madre mía, imaginé aquella imagen tantas veces. A pesar de estar oscuro pude ver a la perfección las facciones de su rostro, el cual estaba extremadamente cerca del mío.
Podría jurar que casi sonrió al tomar mi cara entre sus manos y mirarme la boca sin discreción; segundos después, sentí sus labios contra los míos.
Describir la suavidad con la que me besó, me es imposible; yo solo me dejé llevar… Y entre los nervios de no saber que hacer, la impericia de aquella primera vez y todo lo que sentía, mi corazón empezó a latir en tono de advertencia, o más bien de predicción; cuando me besó lo supe, irremediablemente iba a enamorarme de ella...
Aquella noche, ¿quién lo diría?
Hace ya un año... Cara Mía 🖤
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poesía infiel
Poesía(...) Fragmentos de contradicciones autobiográficas y sentimientos herejes de insomnios desesperados. Pedacitos de mi vida, canciones de transfusión en los días en los que se me desangra el alma (...)
